1. Todo tiene un precio (II)


    Fecha: 15/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: El Escriba, Fuente: TodoRelatos

    Carol recibió la llamada de mi secretaria Maite, al día siguiente de nuestro morboso encuentro, en el que yo llevé la situación mucho más allá de lo debido. La convocó para hacerle una entrevista de trabajo esa misma mañana. Debía acudir a las oficinas de la empresa un poco antes de la hora de comer.
    
    En un principio, la idea era ofrecerla un puesto para atender la caja de una de nuestras estaciones de servicio pero, casualmente, esa misma mañana Maite me anunció que iba a pedir una excedencia de un año, para encargarse del cuidado de su anciano padre. Maite era como mi mano derecha en la empresa: llevaba mi agenda, daba forma a mis informes, filtraba las visitas y, lo más importante, extraía semanalmente los datos de facturación de todas las estaciones de servicio, clasificando los datos por tipo de producto, zonas geográficas, horario y día de la semana. No podía permitirme prescindir de sus servicios o, al menos, de alguien que me ofreciera lo mismo.
    
    Se me ocurrió una idea. Como dije, cuando comencé a escribir esta historia, no me siento nada orgulloso de lo que ocurrió entre Carol y yo. Y necesitaba hacer algo que me permitiera una especie de resarcimiento, de dar la oportunidad a Carol de castigarme de algún modo. Le pedí a Carol que, en la llamada que le hizo, le explicara que había dos puestos vacantes que necesitábamos cubrir: el de cajera de estación de servicio, y el suyo propio, el de secretaria del Jefe de Personal. Del resto de mi idea ya me encargaría yo de explicárselo.
    
    Puntualmente, a las 13:30 horas se presentó Carol, así me lo anunció Maite, con su habitual profesionalidad. Le pedí que la hiciera pasar a mi despacho y nos dejara solos.
    
    - Buenos días, -le dije a la vez que salí a recibirla casi hasta la puerta y extendí mi mano derecha para estrechársela.
    
    - Buenos días –respondió Carol, estrechando mi mano con un gesto extraño en su mirada.
    
    Carol vestía de modo informal pero sin estridencias: un pantalón blanco, tipo tejano, bastante ajustado a sus perfectamente torneadas caderas, y una camisa de color azul intenso, con dos botones desabrochados, luciendo un muy generoso escote. Su mirada y su expresión destilaban cierta desconfianza.
    
    - Por favor, siéntate –le dije mientras le acercaba una de las sillas de cortesía para las visitas. Una vez sentada, rodeé la mesa y me senté en mi sillón de trabajo-. Quisiera empezar por algo personal. Mi actitud de ayer es absolutamente reprobable y estuvo fuera de lugar. Nunca debí de aprovecharme de tu situación en mi propio beneficio –mientras yo hablaba ella me miraba, sin que pudiera apreciar en su rostro ningún cambio de expresión-. Jamás me había ocurrido nada igual, y te prometo que nunca más volverá a ocurrir. Te pido disculpas y entendería, si así lo decides, que te marchases de aquí sin querer volver a saber nada más, ni de mi ni de esta empresa.
    
    - Daniel, usted sabe que necesito trabajar, no puedo darme un tiempo extra sin hacerlo. No estuvo bien lo que hizo ...
«1234...8»