Mi hermanita me las conseguía 8 Final - Relatos Eróticos

Mi hermanita me las conseguía 8 Final

MI hermanita me las conseguía 8 final.

Me despertó una boca dándome besos suaves en el cuello, abrí los ojos, y ahí estaba otra vez la jovencita viciosa haciéndome el gesto de que no hiciera ruido.

-Te he hecho café, y ya están de vuelta las chicas.- me dijo con esa cara con la que se despiertan las chicas agradecidas de una buena noche. Volviéndose a la cocina, moviéndose como una gacela con el coñito irritado y contento.

No tardaron en aparecer las tres ancianas que también vivían en la casa, o habían pasado la noche simplemente. Y una de ellas le grito algo a la joven, y se fue de la otra punta de la cocina donde me había estado mirando sonriente, mientras despertaba con el buen café y mi cigarro.

Las chicas llegaron cargadas de bolsas de regalos y caprichos para ellas. Rossana me miro con cara de pena, y abrazándome con un buen beso, me dijo:

-Perdona, no estábamos para conducir. Pero te he comprado un par de detallitos.- añadió pegando sus pechos a mí, como sabe que me encanta.

-No te disculpes, es normal. Como si os tiráis más días.- le dije claramente, con ella negando con la cabeza y achuchándome el culo en señal de que necesitaba mi polla.

Mire a Ana, que les ayudaba y recibía una bolsa con regalos, y le pregunte a Rosanna.

-¿Quién es?

La miro, me miro con cara de inspectora de homicidios en un interrogatorio con el culpable, y me dijo algo enfadada:

-Es mi prima segunda por parte de madre ¿Qué has hecho ya?.- pero ella sabía que esa cría pedía polla solo de verla, y seguramente me había atacado ella. Y vi su amago de ocultar la risa.

-Solo quería quitarse dudas de mi fama, y estaba tan solo…- le dije riendo los dos.

-¡jajaja! que hombre este, ¡Ooj! Está bien, además se lo merece, es muy buena estudiante y no da problemas en casa. Me alegro por ella, luego le pregunto que le ha parecido. -me contesto llevándome tras el coche y besándonos con pasión, con nuestras manos sobándonos como adolescentes.

Y otra fiesta empezó a la hora de comer. Con las mujeres de la casa y sus trapitos nuevos, y los hombres recuperados de la noche anterior. Pero mis chicas no dejaban de lanzarme miraditas, incluso la joven Ana, que ya había confesado su audaz aventura a su prima. Yo bebía y “bailaba” con unas y otras, pasándolo genial.

Al rato me senté, llego mi hermanita y se sentó encima abrazándome, besándome cerca de la boca, y dándome otra lata de cerveza y diciéndome:

-Estoy muy contenta Tato, me alegro por lo vuestro. Con lo que quiero a Rossana, es la mejor mujer que te hubiera aceptado tener. Pero tiene una familia muy fiestera ¡jajaja!- y reímos los dos.

-La verdad es que yo también lo sabía hacía tiempo, pero como la veo como a ti, no sabía lo que sentía. Y si, tenía miedo de que no la aceptaras. Aunque la acepta hasta tu madre ¡jejeje! -volvimos a reír.

-Si no llegas a encontrar mujer, me cambio el nombre y me caso yo contigo ¡jajaja! -seguimos con las risas y las coñas, con nuestras manos ...