Piedra, papel o tijera - Relatos Eróticos

Piedra, papel o tijera

... iba a ver pronto en las gradas animándome. Cuando comenzó el partido dejamos a un lado los cotilleos y nos centramos en la televisión.

Estaba siendo un partido con muchos goles, aunque mi amiga no había conseguido marcar, cada vez que su equipo lo hacía, Anabel me chocaba la mano o me daba una palmada en la espalda, era bastante bruta. Me propuso jugarnos a piedra, papel o tijera quien iba a la nevera a por más cerveza. Yo saqué tijera y ella piedra, me tocó ir. Cuando volví, se había quitado el jersey y llevaba una camiseta de tirantes ceñida, sin sujetador debajo. Pechos pequeños pero monos, los tenía más que vistos en el vestuario.

- ¿Por qué has elegido tijera?

- No lo sé, por impulso, no da tiempo a pensar.

- ¿Estás segura? Puede que ahora te gusten...

- No vayas por ahí, Anabel, por favor te lo pido.

Al final tampoco había cambiado tanto, las mismas bromas sexuales de siempre. Menos mal que al encuentro le quedaban solo cinco minutos. Lo sentía por mi amiga, que no pasaba del empate en ese momento, pero deseaba que acabara ya. Pero en el último segundo alguien centró un balón desde la banda, Alexia se tiró en plancha y marcó un golazo de cabeza. Vimos como se fue corriendo al banquillo y abrazó a Pablo, el que fuera nuestro entrenador. Aquello no me lo esperaba porque acabaron fatal, pero a Anabel le vino muy bien, porque decidió imitarla y darme un abrazo que casi me desmonta. Me daban miedo sus intenciones, pero el momento lo merecía y le devolví el abrazo.

Aquello le dio pie a intentar besarme. Me aparté y ella se disculpó, me dijo que iba un momento al cuarto de baño y después se iría a su casa. Noté un cambio en mí, no me hubiera importado devolverle ese beso. Era una chica bastante masculina en sus formas, aunque no en su apariencia y dejarme ir un poco encajaba bastante en mi nueva idea de querer probarlo todo en el sexo. Mi relación con Guille no era formal, no sé tendría que terminar por unos besos lésbicos.

Probablemente era la cerveza la que pensaba por mí, pero verla aparecer con el pelo recogido y la camiseta blanca ligeramente mojada me sofocó y ese calor acabó llegando hasta mi entrepierna.

- Bueno, Vero, gracias por esta noche, me lo he pasado muy bien.

- Gracias a ti, por todo.

- Recuerda que ellunes tienes tu primer entrenamiento. Chao.

- Espera un momento.

Se giró y le volví a hacer el gesto de las tijeras. Tardó unos segundos en reaccionar pero lo hizo a lo grande. Se lanzó a por mí, a comerme la boca. Sus labios eran carnosos y su lengua extremadamente hábil, me mordía con sutileza mientras yo me dejaba hacer. No tardó nada en meterme la mano por debajo de la camiseta para disfrutar de mi par de tetazas. Aunque no había comparación, yo hice lo mismo. Era agradable juguetear con sus pezones duros como diamantes. Para ofrecerle la misma diversión, me quité la camiseta, dejé que me desabrochara el sujetador y tiré de ella hacia mi cama. Anabel prefirió disfrutar ese placer con la ...