Piedra, papel o tijera - Relatos Eróticos

Piedra, papel o tijera

... me iba a quedar. Entonces llegó la señal que esperaba en forma de llamada telefónica.

- ¡Alexia!

- Vero, tengo una noticia increíble. ¡Esta noche debuto como titular!

- ¿En serio? ¡Enhorabuena, tía!

- Y según el míster, es probable que me convoque la selección española sub-21.

- Te lo mereces, en serio. Espero que esto solo sea el principio.

- Ojalá, ese era nuestro sueño.

- Bueno, Lexi, ¡mucha suerte! Estaré pegada a la tele.

- Muchas gracias, amiga. Te quiero mucho.

Resulta que los sueños sí se podían hacer realidad. No aspiraba a jugar en un club tan grande como el suyo, ni a ser internacional algún día, pero con esfuerzo, si podría llegar a vivir de lo que realmente me gustaba. No me faltaba talento, aunque sí tenía algunos inconvenientes. Alexia, al igual que Anabel y otras chicas, tenía unas piernas fuertes, musculadas y un culo grande y compacto, además tenían poco pecho y todo aquello les beneficiaba en el campo. Yo siempre he tenido las piernas finas, no conseguía mejorarlas por más que las ejercitara y encima tengo unas tetas enormes que eran la alegría de mi novio, pero no me ayudaban mucho al correr. Pero nada de eso iba a ser un obstáculo, ya estaba decidido.

Busqué a Anabel en la agenda del móvil para llamarla. Mientras sonaba, no podía dejar de imaginarme metiendo goles, llegando a lo más alto. Si esa plaza seguía vacante, jugaría en el equipo al que derrotamos en la final, no era un club cualquiera.

- Vero, no esperaba tu llamada.

- Pues ya ves, estoy preparada para volver, si todavía es posible.

- Sí, claro. Incluso les hablé de ti, por si acaso.

- ¿Y qué opinan?

- No han olvidado la pedazo de final que te marcaste, te quieren aquí.

- Menos mal.

- ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

- Alexia, debuta esta noche y he pensado: ¿por qué no yo?

- Qué buena noticia, a ver si puedo verla.

- Vente a mi casa y lo vemos juntas.

Le estaba muy agradecida, pero me arrepentí enseguida de invitarla. Parecía muy cambiada, mucho más madura, pero no debí olvidar todos los problemas que tuvimos con ella. Ninguna tenía nada encontra de su homosexualidad, de hecho, no era la única lesbiana del equipo, pero su forma de mirarnos en el vestuario, de tirarnos los tejos a pesar de haberla rechazado muchas veces la acabó aislando del grupo. Incluso Alexia tuvo incidente grave con ella, aunque nunca me quiso explicar qué había sucedido.

Pero ya no podía dar marcha atrás, sería la mejor anfitriona posible, por el favor que me había hecho. Bajé a comprar unas cervezas, huevos y patatas para hacer una tortilla, mi especialidad. Estaba nerviosa por el partido y en el fondo agradecía tener a alguien con quien verlo y comentarlo.

A las ocho llegó Anabel, cargada con más cervezas. Cogimos una cada una y nos sentamos en el sofá. Me lo explicó todo sobre mi nuevo equipo y sobre como le iba la vida en general. Yo hice lo mismo, aunque hubiera preferido no contarle que salgo con un chico, pero lo ...