1. Codicia


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: coronelwinston, Fuente: TodoRelatos

    ... unirse con sus hermanos en el depósito del mismo y lo anudó con cierto asco abandonándolo encima de la mesa. Una última mirada al agujero que aún emanaba temblores, media vuelta y, tras recoger sus pantalones y calzoncillos, salió por una puerta que nunca habría descubierto de no ser porque le vi atravesarla.
    
    El cuerpo de Susana yacía sobre la mesa de tapiz verde. Inerte ya tras el orgasmo satisfactorio, desmadejado, con las piernas desparramadas, con la vagina abierta. El crupier, y el resto de la semana, desaparecieron por la misma puerta que el negro. Tanta solidaridad me espantaba. El jefe de sector me tocó el hombro y el calvo se quedó a mi lado.
    
    -¿Quiere ganar otros tres mil?-Me ofreció.
    
    Le miré sin verle. El jefe de sector ya se había perdido por la misma puerta. El rapado seguía allí, cerca de mí, esperando mi respuesta.
    
    -Comprendo lo que estará pensando. Piense en el dinero. Amigo mío, su esposa supo verlo. Usted debería asimilar lo antes posible que lo que ha sucedido aquí no ha existido. Sólo así será feliz. No reproche nada a su bella mujer. Todos somos codiciosos. Unos de una forma, otros de otra, pero en el fondo, en lo básico, somos iguales. Su mujer jugó, ganó y ahora disfrutará junto a usted el resto de las vacaciones que sin duda merecen. Ahora les dejo para que se acomoden y se componga su esposa. Cuando estén listos, pueden abandonar la habitación. Nadie les molestará ni les importunará.
    
    El calvo salió del salón mientras mis ojos ardían y Susana se removía hasta incorporarse y sentarse sobre el tapiz. Antes de cerrar la puerta tras de si, aún tuvo tiempo de dejar una frase codiciosa en nuestros tímpanos.
    
    -Si quieren repetir experiencia, siempre hay jugadores que ofrecen grandes pujas. Su mujer bien vale un black jack.
    
    Mientras Susana se vestía, lágrima tras lágrima, recordé el pensamiento que tuve…” Pero al menos ella arriesgaba su cuerpo por recuperar lo que a todas luces sabía que me inquietaba, el descenso del saldo en nuestra cuenta. Pero ¿Y yo?, ¿Qué arriesgaba yo?”. La codicia y la concupiscencia de Susana nos habían dejado allí, abandonados por el amor, con nuestras ilusiones desmanteladas y nuestras vacaciones vacías. Doce mil euros y una mujer codiciosa habían tenido la culpa de que mis pantalones se cayeran para distinto fin que los del Sr. Lunes. Eso es lo que yo me había jugado sin saberlo. Mi futuro a su lado. Y había perdido, por ambicioso.
    
    -Isma, despierta que cuando lleguemos a la playa no va a haber sitio para poner la sombrilla. Ya es muy tarde.
    
    Abrí los ojos y pude verla sentada en el borde de la cama. Un bikini azulón resaltaba su belleza. Tanteé en mi mente en busca de dolor. Me incorporé, la abracé y me eché a llorar como un niño.
    
    -¿Qué te ocurre, Isma?. ¿Qué te pasa, cielo?.
    
    Apenas pude articular palabras para explicar lo que me estaba sucediendo. Los sentimientos que inundaban mi alma. La necesidad de poder echar de mi mente el sueño que me había atormentado, se había ...