1. Codicia


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: coronelwinston, Fuente: TodoRelatos

    ... tapiz verde. Aún habitaba bajo sus escasas ropas. Sus piernas, dobladas por las rodillas, colgaban del borde de la mesa. A su izquierda y derecha se repartían los otros cuatro jugadores mirones. El crupier preparaba bebidas. El negro, enfrente de Susana, se desarmaba los pantalones. ¡Se la iba a follar!. Sentí el rejón ahondarse algo más. Ella tenía los ojos cerrados y sus brazos eran apresados a la altura de sus muñecas por el calvo y el jefe de sector.
    
    La noté temblar cuando sintió las manos del negro por debajo de su falda sobre la cara frontal de sus muslos. El negro fue breve, por fortuna. Había tanteado el material, se había impregnado del calor de esa piel bronceada por el sol y con aroma a sal. Busqué mi tabaco con mis manos temblorosas. Al adentrarme en el bolsillo de la chaqueta alquilada a la entrada del casino, tropecé con el dinero que habían pagado por follarse a Susana. Mi conciencia no me hablaba. Estaba enemistada con la racionalidad de lo que estaba viendo y viviendo. Sin sentimientos, como hipnotizado, me abandoné a los acontecimientos y me acuné en la desidia y el pasotismo. El rejón ya formaba parte de mí. Si entraba más, poco sería el daño que me causaría. Sin embargo, si salía de mi cuerpo, me desplomaría. Quería, necesitaba ese dolor. Sería mi justificación y mi nexo con la realidad.
    
    Las manos del Sr. Lunes se apoderaron del último botón de la camisa negra de Susana. Como si de un ritual se tratara, con cuatro dedos, liberó el nácar del ojal que lo oprimía. El camino se despejó al liberar al segundo rehén. El ombligo hizo su aparición y su vientre nos enseñó la agitación de su respiración. El tercero mostró parte de la loma y el cuarto elevó lujuriosamente la cordillera de sus pechos.
    
    Expectantes, el resto de los allí presentes, asistían en silencio y con respeto al espectáculo que les iba a brindar aquella situación. El Sr. Lunes, arropado por el derecho que le daba ser el ganador de la subasta, iba a cobrarse hasta el último euro pujado. Paseó sus dedos alrededor de los pezones de Susana. Los invitó a despertar, los alimentó para que crecieran y los estimuló para endurecerlos. El sudor perlaba mi frente, el humo del cigarrillo teñía de amarillo mis dedos, la bebida ya se había citado en mi estómago, junto al rejón.
    
    Humo, silencio, expectación, respeto, ansia, morbo, ganas de verlo todo, de que sucediera pronto. La agitación se palpaba en el ambiente. Todos a una, cada uno a su modo, empujaban dos cosas: Su propia codicia y mi rejón.
    
    Aquellas manos sabias, tras deambular largo rato entre las protuberancias de Susana, tras convencerse de las posibilidades de aquél cuerpo, tras cerciorarse de la dureza de ambos pezones, iniciaron una lenta marcha por el interior de la falda de mi mujer.
    
    Su respiración se agitó más, su cabeza se ladeó de un lado a otro en busca de una negación que su mente exigía pero que su cuerpo, predispuesto a la aventura, desmentía con su expresividad.
    
    Agradecía al Sr. Lunes el ...
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