Consulta psiquiátrica - Relatos Eróticos

Consulta psiquiátrica

... te gustaba la mujer sin afeitar. Pensé que te gustaba mi color de pelo."

"Aún nos quedan doce semanas María José."

"Pero yo..."

"Emilia nos va a ayudar."

"¿Tu hermana?"

"Sí", respondió mientras presionaba el botón de su intercomunicador. "Por favor, pasa ahora Emilia. Y trae el agua caliente."

Segundos después, su hermana entró en la oficina cargando una palangana con agua hirviendo. Por otra parte, estaba desnuda. Mis ojos boquiabiertos nunca se apartaron de ella mientras colocaba la palangana sobre el escritorio.

"¿Tú eres realmente su hermana?" Pregunté finalmente.

"Sí. ¿Vamos a afeitarla en el escritorio?" Preguntó. Él asintió con la cabeza.

"Por favor, siéntate aquí en el escritorio María José." Me indicó mientras mojaba una toallita en el agua humeante.

"Pero..."

"Muéstrale dónde se acuesta, Emilia".

Me dejé llevar por su hermana hasta el escritorio y no protesté más. Ella me colocó a lo largo con las piernas colgando sobre un extremo. Él rodó su silla para colocarse entre mis piernas. Luego colocó el paño humeante sobre el triángulo del mi vello púbico.

"La crema de afeitar Emilia." Le pidió mientras extendía la palma de su mano hacia ella.

Vi como Emilia le ponía la lata en su mano. Levantó la tela de mi montículo. Un vapor estaba saliendo de mi sexo. Todo mi cuerpo se retorció sobre el escritorio en el momento en que roció la espesa espuma blanca entre mis piernas. Gemí suavemente cuando sentí que la hoja afilada se deslizaba suavemente por mi montículo.

"Ella es hermosa, ¿verdad?" Le preguntó a su secretaria mientras trabajaba.

"Supongo..." Dijo su hermana con un poco de desdén.

"Me encantan las abogadas." Bromeó él. "Tienes una hermosa vagina.” Me felicitó cuando me desnudó por completo.

"¿Sí?"

"Mira sus labios vaginales, Emilia." Le indicó mientras abría mis piernas. "Son extraordinarios." Dijo efusivamente.

"No es tan pulcra como la mía, sobresale por todas partes." Respondió su hermanita.

Había un toque de celos en su voz.

"Y un clítoris perfectamente desarrollado, que invita a empezar." Agregó mientras acariciaba suavemente mi sexo. "Esa es una de las principales razones por las que la señorita Cano tiene orgasmos tan rápido y tan a menudo." Suiguió diciendo mientras continuaba acariciándome. Gemí.

"El mío es más bonito." Insistió Emilia.

Mi cuerpo comenzó a retorcerse bajo sus atenciones y pronto mis gritos de placer resonaron por toda la oficina.

"¿Ves lo que sucede cada vez que la toco aquí?" Preguntó mientras su dedo tironeaba mi tenso clítoris rosado. Entonces empecé a gritar.

"La doctora es muy gritona." Dijo su secretaria mientras yo en un estado posorgásmico yacía gimiendo y jadeando sobre el escritorio. “Tendrás que curarla de eso.” —agregó Emilia, luego se giró y salió de la oficina sin decir una palabra más.

"¿Me visto ahora doctor?" Pregunté tímidamente.

"Por favor, María José."

"Hoy no hicimos mucho progreso." Dije una vez que me ...