1. Lo siento, abuela (3)


    Fecha: 10/08/2019, Categorías: Incesto Autor: Hidden Words, Fuente: TodoRelatos

    ... llegué.
    
    —Abuela, yo soy hombre y ella es mujer. No hay mucho que explicar. Para la próxima cerraré la puerta, te pido disculpas por eso.
    
    —Está bien…es solo que…
    
    —No te entiendo —había calmado mi voz—. Pensé que estarías feliz, esto era lo que querías después de todo, ¿no?
    
    —Sí…solo me preocupo.
    
    —Bueno, no te preocupes tanto que está todo bien, ¿vale?
    
    —Está bien, está bien…en un momento cenaremos —se fue dando un resoplido.
    
    Comimos en tranquilidad, conversamos sobre algunos temas. Entre otras cosas, que mañana deberíamos empezar a preparar la habitación para mi madre y hermana. Llegaban en tres días y había muchas cosas que mover de allí.
    
    Recogimos los platos y lavamos.
    
    Volvía a haber risas en la casa.
    
    Sentía que habíamos hecho las paces. Ella había conseguido deshacerse de mí y yo me pasaría el verano eyaculando dentro de Sara. No era un final tan malo para nuestra historia, pensé.
    
    “Después de todo, las historias prohibidas siempre terminan mal”.
    
    Había olvidado el salero en la mesa.
    
    El comedor había quedado a oscuras y solo un farol de la calle iluminaba de forma tenue la sala.
    
    No había nadie afuera, excepto la noche.
    
    Cuando tomé el salero, sentí sus manos.
    
    Puso sus manos en mi pecho y apegaba su mejilla a mi espalda.
    
    No dijo una sola palabra.
    
    Me di vuelta, levanté su barbilla y la besé.
    
    Mi abuela tomaba mis caderas.
    
    Puso su mano en mi entrepierna.
    
    Abrí la cremallera detrás de su vestido y lo dejé caer al suelo.
    
    Me quité la camiseta y ella hizo lo mismo con su brasier. Luego cayeron mis pantalones, sus medias y sus bragas.
    
    La senté encima de la mesa. Besos en el cuello y en sus tetas la hicieron entregarse. Abrí sus piernas, me agaché y comencé a acercarme a su entrepierna. Podía oler el perfume del jabón. Tenía su vulva abierta solo para mí. Cuando la besé, sentí que se estremeció. Con la lengua empecé a acariciar sus labios. De arriba a abajo, por fuera y por dentro.
    
    Sentí que sus muslos se tensaban. Se acostó de espaldas en la mesa y rodeó mis hombros con sus piernas para permitirme hundir la lengua todo lo posible. Me acariciaba el cabello con una mano mientras yo la lamía entera.
    
    Me levanté sin dejar de afirmar sus gruesos muslos con las manos y la abrí un poco más. Comencé a rozar su coño con el tronco. Hundía mi verga entre sus labios y la deslizaba de abajo hacia arriba. Mi abuela gemía y ocultaba su cara con las manos.
    
    Tomé la verga con los dedos, encontré la entrada y la sumergí en el interior de mi abuela.
    
    Apretaba las carnes de sus muslos y la ensartaba una y otra vez.
    
    La tomé de la nuca y la levanté hasta sentarla en la mesa. Seguíamos follando, con su frente junto a la mía, trabados sin poder despegarnos. Con una mano sostenía su cabeza y con la otra su pierna derecha. Ella, con sus manos, tomaba el borde de la mesa para sostenerse. Cada tanto nos besábamos y continuábamos follando sin despegar nuestros ojos.
    
    Quería acelerar hasta romper la mesa, ...
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