1. La preñada y sus ardores


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... afectase a la criatura y como no se dejaba hacer al modo rudo del chaval, pues este según me contó el pater Prudencio puso tierra de por medio, para poder follar a sus anchas.
    
    Acabada la cena y la conversación, le pedí un café y una buena copa de orujo y le serví a ella el reconstituyente del padre Prudencio, que pronto la puso a tono.
    
    Cerró la persiana de mala y allí nos quedamos de charleta, alabando yo sus formas orondas y buen estado de preñada primeriza, por lo cual le pedí poner la oreja en el bombo de la moza, mientras mis manos descansaban en sus escamosas rodillas, lo cual le hice ver que debía cuidar ese aspecto tan lastimoso de su piel, pues no solo no debía estar tanto tiempo de pie, sino que debía echarse crema, para mitigar esa especie de soriasis.
    
    -: Pues eso no es nada, pues no sabe cómo tengo el cuerpo pues hace tiempo que el fray Prudencio no viene a darme masajes, y mue maridiño hace ya meses que también se fue, y tengo algo en la espalda que me mata, y no soy capaz de verlo ni de hacer nada por quitarlo.
    
    -: Ya que tiene usted tanta fama bien podría mirarme la espalda y ver que tengo y aliviarme o librarme de ello si pudiera.
    
    Allí mismo en el bar se abrió la bata de botones traseros, y dejó ver una camisa de tirantes que tapaba sus buenas tetas y la gigante braga que protegía su barriga y partes íntimas. Le arremangué la camiseta por la espalda para no asustar a la buena moza, y allí asomó un verrugón de aquí te espero.
    
    Le conté lo visto y le pedí un hilo para atárselo, a la vez que le echaba un poco de cirigueña para quemárselo, ya que la tenía medio desvestida, aunque con la bata medio puesta, lee dije que era bueno que le ayudara a echarse la crema por la espalda pues estaba muy tensa por el barrigón y el peso de sus pechos.
    
    Se ruborizó, pero tomando un trago del reconstituyente, aceptó la propuesta de que embadurnarse la espalda y le aliviase de la incomodidad del verrugón, como así hice, bajándole un poco las bragas por detrás para poder llegar mejor a su espalda.
    
    Estaba claro que hacía tiempo que nadie la tocaba, pues se iba entregando a cada caricia, Concluida la parte de la espalda y ya con Bartolo recobrando formas, le dejé caer que debía darse crema a la parte delantera ya que se veían unas feas estrías provenientes de su barrigón.
    
    Como la vi reticente, le dije que no se preocupase que no iba a desnudarla, sino que lo se la echaría con la camiseta puesta, para lo cual me puse detrás de ella y empecé a echarle crema por los hombros hacia el cuello y por encima de sus buenas tetazas, pronto la moza se dejó hacer y mis manos empezaron a rodear sus abundantes tetas, con una aureolas gigantes y unos buenos pezonazos que pronto tomaron dimensión y grosor.
    
    En esos magreos estábamos en medio del bar, cuando observé que una peregrina nos contemplaba extasiada desde la persiana y que no quitaba ojo, cuando se sintió descubierta en su faceta vouyerista, se fue.
    
    Le susurré al odio que me parecía ...
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