1. La preñada y sus ardores


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    El viaje o peregrinatio tocaba a su término, y que mejor que pasar unos dias por el Monasterio de Arieso, residencia de los Padres Reparadores de la Santa Vieira, cuya forma tantas noches y dias he podido contemplar al natural y simbólicamente.
    
    Hacia ya dias que pululaba por los entresijos monacales echando una mano donde se podía, y pude hacer gran amistad con el Pater Prudencio, de mucha edad, pero de ardoroso corazón y calenturienta imaginación.
    
    Mientras preparábamos unas cremas en la botica del monasterio, me hizo la confidencia que a buen seguro que Estrella, una fámula de la aldea colindantes, a buen seguro que necesitaría algunas friegas, dado su estado de buena esperanza, o sea preñada, y como no le aliviaría unos sorbos del licor que allí se hacía.
    
    Puse atención a lo que la pater Florencio me refería, y para consolarlo de su pérdida de potencia, con 82 años, ya le basta, le conté algunas de mis experiencias sexuales como la de la Abadesa, y otras similares, y dándole una chupadiña a su mondongo y dejándole manosear el mio unos minutos, quedamos que le contaría avances con la fámula Estrella, a la cual el tutelaba.
    
    Me encaminé a la aldea cercana, tras dejar arreglado el albergue de peregrinos que eta el encargo de abad, y donde me instalé en un recoveco de este para atender a la corte peregrina que por allí se acercaba.
    
    Al llegar a la aldea llevé a cabo los encargos del Padre Prior, de entregar algunos mandados y consolar algunas viejos parroquianos/as, y ya al caer la tarde me dejé caer por la taberna de la aldea donde Estrella, atendía el viejo negocio de sus abuelos.
    
    Estrella es una mozona galaica exagerada en todo, en tetas, en culo, en altura y hasta en la risa, cuyas risotadas se oían hasta en el monasterio.
    
    -. Buenas, Doña Estrella, me envía el Padre Florencio para darte unas cremas y un licor.
    
    -: Graciñas. ¿O sea que usted es el monje negro que tanto milagro hace con esas manos…?
    
    -. Pues eso parece.
    
    Tras la conversación le pedí la cena, pues sabía que pronto plegaba la faena, y dado que era un día por semana, digamos que los parroquianos, ya muy mayores se metían en sus casas, y más ahora en invierno.
    
    Mientras me servía unos huevos con un buen chorizo, pude contemplar a la buena mozona gallega, de rudas maneras, pero muy franca y directa. El barrigón era de unos casi 8 meses y bien pareciera que trajera cuatrillizos, y le afeaba aquel conjunto de bata que dado el barrigón dejaba enseñar más de lo que ella pretendía ajena a mis miramientos a poco que se agachase.
    
    Estrella se sentó a mi lado un rato, para que le contara algo de la vida fuera del valle, pues hacía meses que no salía del valle, ni del bar, -: Exactamente desde cuando meu maridiño se fue a trabajar fora, por aquello de no “molestarme” mucho durante la preñez.
    
    La verdad que el tarugo de su marido debía ser muy mendrugo para abandonar a la moza en aquel estado, pero como Estrellas era primeriza, tenia miedo que al follar eso ...
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