1. Eres mía (encuentro)


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Rosa de los vientos, Fuente: TodoRelatos

    ... excitante, pero todavía tenía que digerir lo ocurrido. Me encontraba ante mi primera cita a ciegas, la primera infidelidad, la primera mujer... demasiadas novedades y sobretodo, demasiadas variables que yo no controlaba y que podrían salir mal.
    
    —Todos te miraban al pasar… ¡estas espectacular!
    
    —Gracias, me lo he comprado todo para venir aquí, quería que estuvieras orgullosa de mí.
    
    —No te extrañe si viene alguna a clavarte el tenedor…
    
    —Ja, ja, ja
    
    —Tienes a todos los tíos babeando… eso a las gatas las pone de uñas… —le dije esbozando una sonrisa pícara.
    
    —Yo solo tengo ojos para ti; tú eres mi putita…
    
    Tengo que reconocer que el cambio de roles en el baño me había excitado, pero ahora era diferente, ahora me molestaba....
    
    —Yo no soy tu puta, tú eres mi puta, y espero que lo tengas claro.
    
    Mi contestación adquirió un tono glaciar. Sus palabras de alguna forma me habían enfurecido y ahora tenía la necesidad de demostrar mi dominio sobre ella.
    
    —Sí, perdona Sara…
    
    Yo seguía teniendo sus bragas, así que le pedí lo último que podía darme.
    
    —Vete al baño y quítate el sujetador.
    
    —Pero con este vestido se me va a ver todo…
    
    El vestido sedoso con escote en “V” tenía demasiadas aperturas para mantener sus dos gordas tetas a salvo de miradas indiscretas.
    
    —De eso se trata…
    
    María sonrió y en su rostro se reflejó un “ahora vas a ver” Se levantó sin rechistar y se encaminó hacia el baño. Una multitud de miradas lascivas la acompañaron desnudándola y acariciándola a su paso, ella lo sabía, y es por eso que su contoneo se hizo más marcado.
    
    Solo habían pasado un par de minutos cuando su figura estaba de regreso. Al igual que el resto del restaurante, yo también me quedé pillada mirándola: las piernas de vértigo cubiertas por licra de malla; la escasa tela de la falda, tan corta que si se inclinaba enseñaba el trasero; sus generosos senos, sin nada que los oprimiese, se adivinaban bajo la tela y se acunaban siguiendo el compás de sus voluptuosas caderas al caminar. Todo, absolutamente todo en ella, resultaba tentador.
    
    María se sentó de nuevo a mi lado un poco acalorada. Metió la mano en su bolso, sacó el sujetador del mismo color que la tanga y me lo entregó con disimulo.
    
    —Te he dicho que estaba dispuesta a todo… —en su mirada se adivinaba un “pídeme lo que quieras”
    
    —Se te marcan los pezones…
    
    —Estoy súper nerviosa. Me siento desnuda —mientras hablaba se puso los brazos en cruz sobre los pechos.
    
    —Cuando venga el camarero quiero que te muestres a él, quiero que vea el tipo de puta que eres… —me había desagradado el cambio repentino de roles, ahora quería dejar claro donde estábamos cada una.
    
    La aparición de María en el restaurante había sido como la irrupción de un elefante en una cacharrería; durante toda la noche, las miradas sucias de los hombres iban a apuntar en dirección a nuestra mesa, con el consiguiente mosqueo de sus parejas.
    
    El camarero era un jovencito que rondaría los veinte años; se plantó ...
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