1. Eres mía (encuentro)


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Rosa de los vientos, Fuente: TodoRelatos

    María se encontraba al otro lado del baño. El primero en acercarse fue el chico moreno que la abordo por detrás, a la vez, el otro se situaba delante y la observaba. El que se encontraba detrás rodeó su cintura, y de repente, cuatro manos estaban magreando los montes y valles de su cuerpo. María permanecía inmóvil, dejándose hacer, permitiendo que dos desconocidos la profanaran con total libertad; mientras esto pasaba, su mirada congestionada seguía clavada en mí.
    
    —¡Qué buena estás joder! —murmuró el chico que se encontraba a su espalda mientras hundía su boca en el cuello de María.
    
    Esta jadeó y se arqueó hacia atrás cuando el chico clavó sus dientes en ella. El otro chaval tiró de los tirantes y los dos senos hinchados y voluptuosos saltaron de las copas; las bonitas tetas en forma de gota aparecieron frente a él, tentadoras, turgentes, apetitosas… el chico se lanzó sobre ellas como el adicto sobre su dosis. Sus manos comenzaron a amasarlas con ansia, deleitándose de su textura y suavidad, estrujándolas para después abrigar los pezones con su boca.
    
    Yo estaba al otro lado de la estancia: observaba el rostro excitado de María, su cuerpo retorciéndose de placer entre los dos, el cambio de su respiración, sus pezones negros endurecidos por el deseo…
    
    Las manos del moreno se paseaban por su cuerpo: acariciaban los pechos, las caderas, el monte de Venus… seguían su recorrido y se colaban bajo la falda buscando las bragas; en su lugar halló unas caderas desnudas y un sexo húmedo que palpitaba de deseo. Al no encontrar lo que había buscado, el chico se acercó a su oído:
    
    —Sin bragas... ¡me encanta que seas tan zorra!
    
    La tensión y la excitación aumentaban en aquel baño: mientras ella se entregaba a ellos, su mirada lasciva se clavaba en mí… eso me excitaba, me ponía como una moto. El chico de pelo castaño se agachó para ponerse a la altura de su sexo, seguido, el otro lo imitó y se metió bajo su falda. María gimió y su estómago se contrajo al sentir las dos lenguas a la vez.
    
    Su respiración era un resuello continuo. Ella posó sus manos sobre uno de los chicos para evitar caer. Movía las caderas reflotándose contra sus lenguas y ronroneando como si de una gata se tratase. Entonces, la puerta del baño comenzó a abrirse pero yo la bloqueé, me asomé con la puerta entreabierta y vi a un par de adolescentes con cara de circunstancias que querían entrar.
    
    —Perdona, mi amiga se siente indispuesta. ¿Podríais usar el de los tíos?
    
    Se miraron entre ellas contrariadas, pero callaron, entraron en el otro baño y cerré de nuevo la puerta tras ellas. Al darme la vuelta, el trio seguía a lo suyo, el deseo los mantenía inmersos en su propia realidad, ajenos a lo que sucedía fuera de su propia burbuja de placer
    
    Los chicos se habían levantado y María se encontraba ahora de rodillas frente a sus erecciones, estas se presentaban frente a ella: erguidas, orgullosas, deseosas de ser mimadas. Ella sujetó una con cada mano y volvió a mirarme mientras se ...
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