1. Eres mía (encuentro)


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Rosa de los vientos, Fuente: TodoRelatos

    ... junto a nosotras y preguntó con amabilidad si sabíamos lo que queríamos. Yo la verdad, estaba más pendiente de su reacción al comprobar las vistas que tenía, que del tipo de pescado que iba a cenar. El chaval tomó nota de mi comanda y al volverse hacia María comprobé como su expresión cambiaba, ahora, se mostraba más nervioso e inseguro. Desde su altura podía ver a través de la apertura sus turgentes senos. Ella no hizo nada por ocultarlo, sino todo lo contrario: cuando supo que tenía la atención del chico, se mostró a él como una puta en una casa de citas.
    
    Noté como la mano le temblaba al escribir y aunque intentaba mantener la compostura, tartamudeó en un par de ocasiones. Estaba claro que tenía unas vistas privilegiadas y las estaba disfrutando.
    
    Durante la cena nos relajamos y hablamos un poco de todo: maridos, hijos, trabajo…, planeamos el siguiente día con Jorge, y volví a dejarle claro que él nunca podía enterarse de nuestro encuentro furtivo. Cuando estábamos en el postre, él me llamó, al ver su nombre en la pantalla, noté como el corazón saltaba dentro del pecho y me levanté de la mesa para hablar a solas; me costaba seguir la conversación teniendo a María delante, pero lo que más me costaba era mentir a mi marido. De nuevo perdí la oportunidad de decir la verdad. Al colgar, un sentimiento de culpa vino de nuevo a mi encuentro.
    
    La llamada me había puesto nerviosa, quería llegar pronto a casa y es por eso que acortamos la velada. Acompañé a María a su hotel y una vez en la puerta, ella me pidió que subiera…
    
    —¿Quieres subir?
    
    —Me están esperando.
    
    —Necesito volver a sentirte. Sube por favor…
    
    A pesar de que había un trasiego constante de gente que entraba y salía del hotel, María sujetó mis manos y acortó el espacio que nos separaba, tanto, que sentí la calidez de su aliento en mi boca.
    
    —De verdad, no puedo; me está esperando Jorge —volví a insistirle.
    
    Le dio lo mismo que estuviéramos a la vista de los clientes. Se acercó más a mí y sentí la presión de sus manos estrujando mis pechos, sin dejar de tocarme, me robó un beso; su lengua entró en mi boca y el corazón volvió a acelerarse.
    
    —Sube, por favor. Te deseo —al susurrarme, su respiración se convirtió en un resuello.
    
    —Me tengo que ir.
    
    Me costaba hablar, si bien, su intento era de lo más convincente, me mantuve firme en mi decisión: deseaba subir a su habitación, lo deseaba con todas mis fuerzas, pero me sentía culpable; mi estado emocional me había traicionado y cada vez que pensaba en mi marido, una voz en mi interior me decía que la estaba cagando.
    
    Se despidió con un beso; abrí la boca y su lengua entró sin pedir permiso a la razón. Nos besamos con ansiedad y sus labios ardieron sobre los míos. Noté como sus manos volvieron a aferrarse a mi cuerpo, lo magreó como quien se resiste a perder lo que ya es suyo. Me dio pena que terminara, pero después de unos segundos, ambas nos despedíamos con un “hasta mañana” y un movimiento tímido con la mano.
    
    Al ...
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