1. El abuelo (Parte 5)


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Gays Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... abuelo intervino:
    
    — No te molestes, Anselmo, ella no quiere verlo, desea que lo veas tú.
    
    Anselmo sacó su pañuelo, lo pasó a mi abuela y ella lo miró por la parte interior y leyó: «Anselmo, te amo». Se lo entregó a Anselmo y él lo miró, me miró —mi cara estaba más roja que un tomate maduro— y me dijo, poniéndose de pie, me dijo:
    
    — Yo también te quiero, Juan Pablo, y ante tus abuelos quiero darte ahora mi regalo.
    
    Sacó una cajita, la abrió y me la entregó con un fuerte y extenso beso un anillo para adornar mi mano. Se sentó y mi abuela me llamó a su lado para verlo y se quedó asombrada. Mi abuelo quiso verlo y fui a donde él y me dijo:
    
    — Juanito, ahora soy feliz, descubro a un hombre que te ama de verdad y quiero felicitarte y deseo lo mejor para ti y para Anselmo.
    
    — Juan Pablo, el día que me pediste que te acompañara a aquella tienda, compraste tres cosas, una fue aquel fular que me regalaste llegando a casa y te dije que no era mi cumpleaños, pero dijiste que siempre era el día de tu abuela, me hiciste feliz; compraste el pañuelo que tu abuelo lleva en la chaqueta, lo quise planchar y vi que decía: «Gracias». Tardaste porque estabas haciendo grabar esas frases y la que dice: «Gracias, abuela»…, dijo mi abuela.
    
    Yo me ponía cada vez más rojo y nervioso, entonces Anselmo dijo:
    
    — Nuestras madres y nuestras abuelas lo saben todo siempre.
    
    — Que lo digas, Anselmo —decía mi abuelo—, pero Ifigenia es muy particular, es difícil tener un secreto con ella, si no quieres que sepa algo, mejor ni la pienses, de lo contrario estás perdido…
    
    Nos reímos todos y pasamos al comedor. Mi abuela se lució como siempre, aquello parecía Navidad. Como solo éramos cuatro nos puso a mi abuelo y a mí a un lado de la mesa y al frente ella con Anselmo. Anselmo se manejaba mejor que nosotros tres con la cubertería y quedó muy bien, dejando a mis abuelos llenos de asombro y satisfacción. Cuando ya nos íbamos, después de una larga sobremesa, mi abuela le dijo a Anselmo:
    
    — Ya sabes el camino, mañana te vienes a comer aquí, nos acabamos las sobras de hoy y me traes a mi nieto.
    
    Anselmo, mirándome a mí, dijo:
    
    — Quedamos comprometidos, no podemos negarle a una dama lo que solicita; aquí estaremos, Ifigenia, pero nos necesario que prepares las cosas tan festivas, más familiar, que ya nos conocemos.
    
    Cuando subimos al taxi, al arrancar, me dijo Anselmo:
    
    — Mira, mi niño, muy agradables los abuelos; más fácil con ellos que con tus papás, creo que tus papás me toleran…
    
    — Pero les gustas…
    
    — Pero tus abuelos me desean para ti.
    
    — Eso sí se nota en ellos; han tenido un cambio desde la primera vez que viniste y no te conocían, ahora te conocen y se han quedado prendados.
    
    — Has conversado mucho con mi abuelo…
    
    — Sí; la conversación con Mauricio ha sido muy amena y agradable; no ha preguntada nada, pero nos hemos contado muchas cosas de nuestras actividades, pero sobre todo hemos hablado de ti…
    
    — ¿De mí?, ¿que has dicho?, ¿qué te ha dicho? ...
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