1. Enriqueta, virgen y sonámbula


    Fecha: 08/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... Anda, tira para tu casa que nunca debiste salir de ella.
    
    -No tengo ganas de volver para mi casa.
    
    No la culpaba. La noche estaba estrellada, la luna llena, el chotacabras cantaba, los búhos estaban en silencio, los grillos y las cigarras tenían fiesta..., se estaba mejor en el monte que sudando en la habitación.
    
    -¿Vas a volver a coger el cordero?
    
    -No, pero no me has dicho por qué andas por el monte a estas horas. ¿No serás tú también un mangui?
    
    -Cree el ladrón...
    
    -A ladrona, cree a ladrona que todos lle queren comer a cona (La ladrona, cree la ladrona que todos le quieren comer el coño.)
    
    Andaba por el monte porque iba a mirar si cayera algún conejo en los cepos que había puesto y cómo estaban prohibidos, pues iba de noche, pero Enriqueta estaba para comerla y estábamos solos de en medio del monte, así que le entré muy sutilmente.
    
    -Por eso estoy en el monte, porque mi mujer no me dejó comerle el coño. Estoy paseando mi frustración.
    
    Me miró con cara de extrañada, y me preguntó:
    
    -¿A estas horas le querías comer el coño?
    
    -Ya llevábamos una hora follando y después de correrse quise comerle el coño y no me dejó.
    
    -Yo si estuviera casada nunca le diría que no a mi marido cuando quisiera comerme el coño.
    
    -Voy a fumar un porro antes de irme. ¿Te importa que camine a tu lado?
    
    -El monte es de todos.
    
    Eché a andar. Enriqueta caminando a mi lado sacó del bolsillo un paquete de cigarrillos winston de un bolsillo de la chaqueta del pijama, de él un cigarrillo y un cartón de una de sus patillas y lo enroscó. Se sentó sobre una roca, sacó un librillo, quitó un papel de fumar de él y rompiendo el cigarrillo echó el tabaco en el papel, luego le echó lo que tiempo después supe que era una china, la calentó con el mechero, la deslió entre los dedos y la mezcló con el tabaco, luego colocó el cartón enroscado en un extremo, lio el papel, le pasó la lengua y ya tenía el porro listo para fumar. Echó a andar de nuevo, y me dijo:
    
    -Ya debían de venir hechos.
    
    Lo encendió y le echó una calada.
    
    -¿Quieres echar unas caladas?
    
    Me animé.
    
    -Por probar no me va a matar.
    
    Eche una calada larga y se lo devolví. Enriqueta echó tres o cuatro y después me dijo:
    
    -Mátalo.
    
    Ya casi estaba acabado así que le eche otra calada, lo tiré al suelo y lo apagué con el pie. Al rato estaba riendo cómo un tonto y diciéndole que no me produjera ningún efecto. Enriqueta se reía de lo que le decía. De repente dejó de reír, bajó la cabeza y me preguntó:
    
    -¿Me la comes?
    
    Me aseguré de que quería que le comiera lo que yo pensaba.
    
    -¿Quieres que te coma el coño?
    
    -Quiero.
    
    Se sentó bajo un pino. Ya no me dio la risa cuando me senté a su lado y le comí la boca. Enriqueta devolviéndome los besos le echó la mano a mi polla, y me dijo:
    
    -Está dura.
    
    -Lo raro sería que no estuviera.
    
    Le quité la chaqueta del pijama. Sus tetas eran mucho más grandes de lo que parecían bajo la ropa. Lamí sus gordos pezones marrones y mamé sus duras ...