1. Enriqueta, virgen y sonámbula


    Fecha: 08/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    Enriqueta era la hija de la tabernera. Su madre decía que era sonámbula y que si alguien la veía caminando por la noche que no la debía despertar.
    
    Eran las dos de la madrugada de un caluroso mes de agosto cuando la vi saliendo del cobertizo de una casa que había en el monte, estaba en pijama y llevaba un cordero lechal en brazos. Me agaché detrás de un pino y al pasar por mi lado, le dije:
    
    -No le va a hacer mucha gracia a Camilo cuando descubra que le desapareció un cordero.
    
    Siguió caminando cómo si nada hubiese oído. Fui detrás de ella.
    
    -¿Por qué robas?
    
    Como no me respondía me puse delante de ella. Tenía la vista perdida y chocó conmigo. Lo hacía bien, pero no me creí que fuera sonámbula. Le eché la mano derecha al coño. Me dio una bofetada, y dijo:
    
    -¡Puñetero pervertido!
    
    -Lo hice para quitarte la careta. ¿Por qué robas?
    
    Puso el cordero en el suelo, este se fue de vuelta para el cobertizo. Encima de no responder a mi pregunta, me preguntó:
    
    -¿Se puede saber que haces a las dos de la madrugada por el monte?
    
    -Te lo diré cuando me digas tú porque necesitas robar fingiendo que eres sonámbula.
    
    -No te voy a decir nada.
    
    -Me parece que voy a tener que ir a despertar a tu madre y decirle lo que hay.
    
    Se acojonó.
    
    -Vale, vale, te lo digo, robo cosas para canjearlas por chocolate.
    
    -Eso no me lo creería ni borracho, tu madre tiene chocolate de sobras en la taberna.
    
    -No es de ese chocolate, es del de fumar.
    
    -¿Y a quién le ibas a llevar el cordero a estas horas?
    
    -¿Quién vive en el monte además de mi madre y de Camilo?
    
    Solo había otra persona que vivía en el monte y era Faustino, un muchacho al que le murieran los padres y que decían que vivía con el dinero que le dejaran en herencia.
    
    -Nunca pensaría que Faustino era un traficante.
    
    -Es un camello.
    
    -Mujer, chepa tiene, pero tanto como para llamarle camello...
    
    -Camello se le llama al que menudea.
    
    -Ya lo sabía, era una broma.
    
    -Sin gracia.
    
    Enriqueta, que tenía la cara redondita, el cabello muy corto, los ojos azules y grandes, la nariz respingona, los labios finos, el cuello corto, las tetas medianas, el culo redondo y las piernas bien hechas, aunque cortas, ya que medía poco más de un metro cincuenta, no tenía pinta de drogadicta. Algo cortado, volví al tema:
    
    -No se te nota que fumes porros.
    
    -El chocolate no es una droga fuerte, es más fuerte el alcohol. ¿Nunca fumaste un porro?
    
    -No.
    
    -¿Nos fumamos uno?
    
    -¡Quita, quita!
    
    -Después del porro siempre apetece echar un polvo.
    
    Quería engatusarme, pero yo era perro viejo.
    
    -Tú debes pensar que soy tonto. Quieres que fume un porro contigo para que así no pueda decir lo que vi... Eso de follar te queda muy ancho, Enriqueta.
    
    Siguió con su juego de seducción.
    
    -Tienes razón, pero una paja me la hago después de fumar, siempre que puedo.
    
    La quité del apuro.
    
    -No hace falta que me cuentes tus intimidades, no le voy a decir nada a nadie.
    
    -¿Me lo juras?
    
    -Te lo juro. ...
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