1. Alicia en el país de las maravillas


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Incesto Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... espantada, pero la tengo bien sujeta y no pienso dejarla escapar sin que me de todo lo que quiero…
    
    Un rato después la pobre sigue dando tiritones de forma recurrente, sin control, a intervalos irregulares. Permanece conmocionada, admirando boquiabierta el gotelé del techo de su pequeño apartamento, a medio camino entre el paraíso y lo que quiera que haya más lejos todavía, sí, el “País de las maravillas”. Hemos follado hasta no poder más.
    
    La chica es una auténtica bomba. Tiene una almejita que funciona como una aspiradora, un músculo succionador, de esa clase que puede tragarte y darte la vuelta igual que a un calcetín. Una de las mejores que he probado nunca.
    
    Sólo puede haber alguien más peligrosa que una muchacha en su punto, y es su madre. Por eso estimo que es hora de hacer lo que tenía pensado desde un principio, pero que no he conseguido decidirme a poner en práctica hasta el final. Deshacerme de ella para siempre.
    
    — ¡Eres un animal! —suspira, conmocionada todavía.
    
    — Sí, pero no por lo que tú te crees.
    
    Prefiero los tomates cuando aún les queda algo de verde. Entonces son dulces y firmes, con una piel lisa y fresca, del tipo que se escogería para una ensalada. Pero cuando un tomate tiene ya algo de tiempo, le salen unas cuantas arrugas y se va haciendo demasiado blando para comerlo, incluso empieza a saber un poco agrio. Lo mismo sucede con las mujeres. Solo que aquella es, quizás, un poco demasiado verde para mí y, sin duda, demasiado fresca para su propio bien.
    
    Reclinada en el sofá, me recorre de norte a sur y de este a oeste con una mirada impertinente, como si no acabara de asimilar mi destreza como amante.
    
    — ¿Qué? —digo.
    
    — Estoy pensando en contratarte —explica, jugando con su pelo.
    
    Y coge un bolígrafo, como para corroborar su historia.
    
    — ¿Un contrato de prácticas?
    
    — No, no —resopla — Contrato fijo.
    
    Enarco una ceja al oír aquello y me pregunto si su padre pensará que ya no es lo bastante niña como para darle una azotaina.
    
    — Bueno, ¿qué dices? —insiste.
    
    En su tono hay una mofa contenida. Es bonita, debo reconocerlo, con un estilo entre mohíno y sensual. Vestida pasa por una mujercita de veinte años, pero con la coleta que se ha hecho y arropada con una manta térmica no le echo más de dieciocho.
    
    Un tanto divertido ante sus repentinos modales de adulta, que parecen confirmar lo que se oye decir de las chicas de ahora, que son sexualmente muy promiscuas y que tienen tantas probabilidades de quedar embarazadas en un campamento como de aprender a encender una hoguera.
    
    — Me lo tendré que pensar —digo — Tu apellido te convierte en alguien especialmente peligrosa para mí.
    
    Pero ella no parece inquietarse.
    
    — Un cobarde no me habría follado como tú lo acabas de hacer.
    
    — Voy un momento al baño —me excuso.
    
    Entro en el aseo y me decepciono al ver que carece de bidé. Me aseo lo mejor que puedo: las manos, la boca, la polla. En ese orden. Cuando salgo, sacudiéndome las manos en el aire, ella ...