1. Un día de mierda - 5


    Fecha: 07/08/2019, Categorías: Bisexuales Autor: MadridRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... piedra. Ahora sí que seguro que Javier, su amante, le había enseñado el video e igual hasta le había contado que nos habíamos acostado hacía dos o tres días. Mi cabeza empezó a dar vueltas a mil por hora buscando alguna explicación coherente para todo aquello pero antes de que pudiese pronunciar palabra, Maite retornó a la conversación:
    
    ¿Qué te crees? ¿Que no me había enterado de que te andabas tirando a Carmela, esa de tu trabajo?... Ya sé que fué hace unos años y también sé que te duró una mierda porque se cansó de ti. La muy zorra se estaba separando y buscó como entretenerse en lo que pillaba a otro. Tú le debiste de parecer poca cosa.
    
    Me quedé mudo. Lo de las mujeres y su sexto sentido me tenía loco ¿Cómo coño había podido enterarse Maite de aquello? Apenas mezclábamos amistades de nuestros respectivos trabajos y ni a mi me gustaba ir de pareja suya en celebraciones de su empresa, ni a Maite le apetecía lo contrario pero había algo aún más incomprensible ¿Por qué, después de cinco o seis años de aquello nunca me lo echó en cara?... ahora sí que estaba seguro de que ella había tenido algún otro rollo en esa misma época.
    
    Aquello no fue igual, le dije
    
    ¿Ah sí? … Mira por donde me sale ahora el machito español. Resulta que el señor se puede tirar a un putón verbenero de su trabajo pero su mujer tiene que quedarse en casita preparándole la cena…
    
    Maite, le respondí, te repito que aquello no fue igual. Yo le eché dos o tres polvos a Carmela, te lo reconozco. Tú en aquella época pasabas de mí y ahora ya no sé ni qué pensar porque igual, hasta tenías otro lío por ahí fuera. Pero si en aquel momento tú me hubieses preguntado si yo quería a Carmela, no me hubiese quedado mudo porque desde hace veintimuchos años, incluyendo aquel momento y hasta hoy, sólo te he querido a tí. Y cuando el otro día te hice la pregunta, te juro por nuestros hijos que si me hubieses contestado que no, que no querías a ese pavo, hubiésemos tenido una bronca de las gordas y probablemente me hubiese ido a dormir al sofá o hubiera estado sin hablarte unos días pero no me hubiera marchado de casa y estoy seguro de que al final, todo hubiera seguido igual. Sin embargo creo recordar, le dije con retintín, que esa no fue tu contestación.
    
    Maite seguía apoyada en la encimera de la cocina. Me fijé en que se le humedecían los ojos y eso no era normal porque ella no era nada llorona y me temí lo peor porque si hay algo que llevo fatal es ver a una mujer o un niño llorar. Me supera. Y no podía ponerse así porque le hubiese confesado que la quería porque se lo decía con frecuencia y además era verdad.
    
    Estaba confundida, lo siento. Voy a cumplir cincuenta y cinco, igual que tú, me dijo. Creo que he llegado a pensar que aún era como cuando teníamos treinta y me podía ligar y llevarme de calle al primero que se me cruzase por medio, me empezó a confesar ahora sí, entre lágrimas.
    
    No soporto ver a una mujer llorando y si es mi mujer, aún menos. Me levanté y me abracé a ...
«1...345...8»