Tu, mi complemento perfecto 24 - Relatos Eróticos

Tu, mi complemento perfecto 24

... qué no me lo contaste? —acomodé un mechón de su cabello.

—Quería darte una sorpresa, pero veo que alguien se me adelantó —acarició mi mejilla.

—¿Por eso querías llevarme al festival? —rodeé su cintura.

—Sí, pero entenderé que desees pasar el resto de tu cumple aquí, junto a todos —besó mi nariz.

—Ya he compartido suficiente con mis seres queridos y deseo estar un momento a solas con mi chica o debo decir “Prometida” —controlé mis deseos de besarla.

—Esa frase, suena bonito —delineó mi nariz con su dedo índice y se mordió el labio inferior.

Ese gesto, solía hacerlo cada vez que deseaba besarme y no podía hacerlo, ya fuese porque estuviéramos en público o porque estábamos reunidas en familia. Después de todo, ella había comprendió que demostrar ese tipo de afecto entre nosotras, puede ser un tanto incómodo para nuestros seres queridos, pese a que ellos estuvieran al tanto de nuestro noviazgo.

—Te amo —besó mi frente

—Y yo a ti mi amor—le di un pico, aprovechando de que todos estaban distraídos—Vamos, cantemos el cumpleaños para ir a ese festival —entrelacé nuestras manos.

Cuando nos unimos a la mesa, admiré ese sencillo pastel que me había preparado Harper y la decoración que había realizado mi prometida y su hermano, era un ambiente acogedor. Mientras todos tarareaban la melodía de feliz cumpleaños, logré escuchar como Malya, me susurro un “Agradezco la oportunidad de poder celebrar un año más de tu vida” unas palabras que me conmovieron en lo más profundo de mi corazón. Porque no había nada más hermoso que pasar tu cumpleaños junto a la persona que amas. Luego de que mis allegados terminarán aquel cántico, soplé las velas con fuerza y pedí mi deseo.

—Yo me encargaré de repartir el pastel y tú disfruta de la salida con tu chica, sé que tiene algo importante que decirte —enunció Harper.

No quise arruinar su acto de buena fe, ni comentarle que ya sabía sobre la sorpresa de Malya, pero si acepté su proposición para ir a ese festival del que menciono mi prometida. Cogimos el auto de mi hermano, rumbo a la pequeña isla de Seurasaari, ubicada a cinco kilómetros de distancia del centro de Helsinki. Una isla a la que se puede acceder sin necesidad de un barco, ya que está conectada a la ciudad por un largo puente de madera en el que siempre hay niños dándoles de comer a los patos y gansos.

—Hacía mucho que no iba a la isla para disfrutar de los molinos, las granjas y los cobertizos de madera —mencioné, al mismo tiempo que entrelacé nuestras manos.

—Y yo tenía tiempo sin realizar un viaje a tu lado —besó mi mano.

—Lamento que mi hermano arruinara tu sorpresa, sé cuánto significaba para ti expresarme esa propuesta alocada y tierna al mismo tiempo—admiré su perfil—¿Realmente te quieres casar conmigo? —pronuncié y noté como sus ojos se cruzaron con los míos.

—Siempre lo he querido, pero entenderé si tú no deseas hacerlo—estacionó el auto—Sé que aún somos muy jóvenes, pero no te imaginas lo que deseo unir mi vida a ...