El Regalo: Senderistas, Una cita y dos Garrulos - Relatos Eróticos

El Regalo: Senderistas, Una cita y dos Garrulos

... de pie y se inclinó para coger el dobladillo de su vestido.

— No, no, no, no hemos dicho por quitarte el vestido nosotros.

Con un encogimiento de hombros María se quedó quieta, ellos se colocaron uno a cada lado, y empezaron a subir el vestido lentamente, lo hicieron de tal forma que ella sintió el roce de sus manos durante todo el recorrido, a ella se le puso la piel de gallina y cuando el vestido acabó apoyado en una silla ya estaba un poco perturbada.

Ella dio una vuelta sobre si misma luciendo su atrevida lencería y se volvió a sentar en el sillón.

— ¿Os gusta? — preguntó con una sonrisa mientras daba otro pequeño sorbo de su vaso que Herminio había rellenado solícitamente.

— Estás guapísima, nos gustas mucho. Mira te daríamos otros cincuenta euros por quitarte el sujetador.

— Uy, uy, uy eso ya es mucho pedir.

— Cierra los ojos, imagínate que estás en la playa, te apetece tomar el sol, miras a tu alrededor y hay muchas chicas en topless, tú también lo haces porque no quieres marcas.

María le siguió el juego, cerró los ojos y pensó en la playa, pero realmente lo que le estaba gustando era la admiración que le demostraban los hombres, le gustaba sentirse deseada.

— Venga vale, estoy en la playa.

Herminio le dio un segundo billete y se volvió a acercar a ella, la abrazó y mientras la tenía cogida trasteaba torpemente con el cierre del sujetador. María notaba como el hombre aprovechaba para restregarse con ella, notaba algo duro frotarse con su pierna y la aspereza de la ropa del hombre sobre su suave piel. Cuando finalmente le quitó el sujetador ella ya estaba acalorada y con los pezones totalmente en punta.

— Uffff que calor hace.

— Eso es porque estás en la playa — Le dijo Herminio con sorna

— Jajajajaa, claro es por eso.

— Ahora la playa se ha vuelto nudista y te voy a quitar las braguitas.

— Si me das otros cincuenta euros, jajaja. — María ya estaba aficionándose al jueguecito de los hermanos.

Apenas había terminado de decirlo cuando ya le habían puesto el billete en la mano, Herminio se arrodilló delante de ella y le bajo las bragas hasta los tobillos, cuando se las desenredó de los pies la agarró por el culo y le dio un largo lametón en el coño.

— Eeeehhh que por eso no habéis pagado.

— Pedro enséñale con que le vamos a pagar.

El hermano silencioso se bajó la cremallera y sacó una polla totalmente erecta, era mucho más grande que la de su marido, María resopló sorprendida mientras Herminio la empujaba al sillón para seguir lamiéndola el coño. El paleto le separo los labios y empezó a chuparla, no lo hacía bien, pero lamía con tantas ganas que la excitó rápidamente.

— Ya lo decía el ágüelo Tobías, por muy fina que sea la señora, amorrate al pilón y se pondrá cachonda como una cerda en celo. Tiene un coño muy rico ¿No quieres probarlo Pedro?

— Déjate de mariconadas, yo lo que quiero es meter.

— Pues la señora ya está lista, tiene el coño que parece una charca.

Bajaron a ...