Viaje de un jubilado (De vuelta en España) 25 - Relatos Eróticos

Viaje de un jubilado (De vuelta en España) 25

... mano y salió de la habitación lanzando un beso al aire.

Fiorela se mondaba de risa viéndome hablar con Concha, yo le contestaba como una tele operadora de compañía telefónica sin interés, viendo cómo se iba al traste la noche.

Fiorela también se separó de mí estirando su camiseta recortada, provocando que lo que tensó de tela por debajo asomó de carne por arriba, mostrándome el profundo canalillo. Al mismo tiempo miró a mi pijama y señaló que el capullo se me había encogido como un caracol cuando le cae una gota de agua entre los cuernos.

Concha después de hacerme toda clase de recomendaciones, me explicó que mi nieto estaba empeñado en saber cómo era su guitarra y de paso me explicó con todo detalle cómo quería que fuera, yo anoté mentalmente todo para comprarla igual y no decepcionarle, mientras Fiorela iba recogiendo todo lo que había sobre la cama, para prepararse para dormir toda la noche.

Al fin mi mujer se cansó de hablar y me explicó que estaban en la habitación de Corina, ella ya estaba acostada, aunque su hijo la había despertado insistentemente para pedirle el teléfono para llamarme, y como la habíamos despertado le dijo que también quería decirme algo, y que ella y el niño se iban a acostar.

Me dispuse a oír todo lo que quisiera contar mi nuera, ya la noche estaba perdida del todo, me tumbé cómodamente en mi lado sobre la cama, mientras Fiorela se iba al aseo para cepillarse los dientes, dejó la puerta abierta y pude oírla cómo hacía gárgaras con el agua.

Nunca he sido muy sugestionable, por cierto, una vez quisieron hipnotizarme pero fue imposible, pero en aquella ocasión no sé lo que me pasó, me abrí el pantalón y saqué la polla, cerré los ojos y con el hombro me sujeté el teléfono junto al oído, me dispuse a escuchar como Corina me dedicaba sus frases más ardientes, yo ya la había oído decirle a su marido todas aquellas lindezas pero a mí nunca tuve ocasión, ya que cuando follábamos no era muy habladora.

El caso fue, que en la distancia ella suplía sus caricias con su voz cálida y sensual, haciendo que me dejara llevar por su voluptuosa conversación. Era una sensación especial, con los brazos en cruz, ocupando toda la cama me sentía como en una nube, abierto de piernas, sentía como Corina me comía la polla, mientras por el altavoz escuchaba su agitada respiración, con la seguridad de que ella estaba frotando su clítoris con la mano libre.

En aquella ocasión todo me parecía muy real, no quería abrir los ojos para no distraerme y pensar en que Corina estaba entre mis piernas chupándome la polla con la delicadeza que acostumbraba.

Por el teléfono oí como los dedos entraban y agitaban su coño y por el ruido que hacían debían de ser varios.

Sin abrir los ojos tiré de los camales y me saqué el pantalón por los pies, al momento sentí la humedad de Corina en mis huevos, hasta noté cómo un testículo se colaba en su boca.

Hice lo que me pedía, me costó bastante, porque la agilidad ya… pero como me lo pedía ...