Acuerdo en tacones - Capítulo 5 - Relatos Eróticos

Acuerdo en tacones - Capítulo 5

ACUERDO EN TACONES

CAPÍTULO 5

Tras pagar la consumición, pedimos un taxi para dirigirnos al hotel, a arreglarnos para esa cita tan especial. Al llegar, tras un intenso beso en el ascensor, acompañado del consabido magreo mutuo, nos separamos con otro beso ardiente frente a la puerta de su habitación.

- Estoy a tope. - me dijo mordiendo mi labio con los suyos.

- Pues anda que yo... si no fuera porque tenemos una cena, me metía ahora contigo ahí dentro.

- Esta noche nos desquitamos, Fernando... seguro que venimos como motos.

- Dalo por hecho. - dije dándole un pequeño azote en su culito - Bueno, nos vemos abajo en el bar a las 20.30, el que llegue antes que espere al otro tomando algo en la barra. ¿Te parece?

- Perfecto. Espero no tardar, pero quiero ponerme guapa y tengo que pensar que me pongo, que al final no hemos comprado ningún vestido, solo esto - comentó, levantando las bolsas de lencería y zapatos, y sonriendo

- Suficiente...

- Pero supongo, que algo más tendré que llevar puesto ¿no?

Imaginar a Elena solo con la lencería y los tacones consiguió tensar de nuevo mi polla bajo el pantalón.

- Eres increíble Elena... pero estoy seguro de que algo tendrás por ahí, y no dudo que no vas a defraudarme, nos vemos en un rato.

Nos dimos otro beso y me dirigí a mi habitación, admirando antes, una vez más, ese cuerpo que me ha vuelto loco desde la primera vez que la vi.

Una vez en mi habitación, me pegué una ducha relajante, pero ni con esas lograba rebajar mi calentura y seguía a tope pensando en Elena, en todo lo sucedido y lo que estaba por suceder, aun así y no por falta de ganas, me concentré para no masturbarme.

Tras afeitarme y ponerme mi mejor traje de lino, ligero pero elegante y añadir unas gotas de “Hugo Boss” en mi cuello, me bajé al bar del hotel, cinco minutos antes de la hora convenida.

Justo a la puerta del bar una mujer entraba delante de mí y mis ojos fueron inmediatamente a dibujar las curvas que ofrecía esa belleza desde atrás. Iba con una chaqueta oscura larga, que le cubría algo más que debajo de su culo y por debajo se vislumbraban unas largas piernas enfundadas en unos pantys negros con unos dibujos bordados que salían desde sus tobillos, serpenteando sus largas piernas, y subida sobre unos taconazos de aguja que resonaban de forma hipnótica sobre el suelo de madera como martillos, provocando al mismo tiempo, que a cada paso que daba se fuera produciendo un silencio sepulcral a su alrededor y que todas las cabezas de los hombres que había en el bar fueran girando de forma autómata, ese caminar medido y espectacular de esa mujer morena.

Al llegar a la barra, ella se subió con mucho arte a uno de los taburetes para sentarse y cruzar sus piernas a continuación, haciendo que la chaqueta que llevaba se levantase ligeramente dejando medio culo al aire, tan solo cubierto por los pantis. Era imposible no quedarse pasmado viendo a esa mujer.

Mi polla que ya empezaba a tomar forma bajo mi ...