Merche y sus guarradas en el mercado - Relatos Eróticos

Merche y sus guarradas en el mercado

... los precios – dijo mintiendo Merche.

-Llámame Rachid guapa. Pero ven, vamos a nuestra oficina que estaremos más cómodos – dijo Rachid saliendo veloz de su local.

El moro se dirigió a una puerta destartalada del edificio central. La abrió y pasó primero indicando con su mano a Merche que le siguiera. Aquello se podía considerar de todo menos una oficina. Sólo podía recordar algo una vieja estantería metálica a punto de caerse llena de archivadores de facturas totalmente desordenados. Pegado a una pared un gran pero desvencijado sofá. En el centro, una mesa y varias sillas a cuál peor, a su alrededor. La mesa se encontraba llena de restos de envases de pizzas, platos, y todo tipo de resto de almorzar a diario sobre ella y no hacerle una limpieza mínima. No era ninguna sorpresa ver corretear cucarachas por toda la habitación incluso sobre la mesa. A un lado, un baño del que llegaba un olor fétido y del que colgaba de su techo una bombilla de escasa luz.

-Y te llamas? – dijo el moro.

-Merche, soy Merche encantada – dijo la rubia extendiendo su mano al moro aunque desde que se encontraban en aquella sala, ya de lo que tenía ganas era de agarrarle la polla. Aquel cuarto asqueroso, el calor, los olores y aquellos machos la habían empezado a calentar.

Pero el moro con un rápido gesto agarró la mano extendida de Merche por la muñeca y la llevó a su túnica a la altura de su polla.

-Anda que no sé yo a que has venido tu aquí, mentirosa – dijo Rachid nerviosamente y soltando goterones de saliva al hablar.

Merche primero casi se asustó al verse sorprendida por la rapidez con la que aquel canijo cabrón había descubierto su plan. Pero rápidamente se dio cuenta, que el moro no había descubierto sus intenciones reales. Pero el equívoco le venía perfecto a la rubia para calmar sus ardores uterinos.

Comenzó a palpar la polla del moro por encima de la tela.

-Me ha descubierto Rachid. Vengo loca por comerle la polla – dijo Merche.

-Y tragarte mi leche – dijo el moro mientras se subía la túnica empezando a enseñar los dos palos que tenía por piernas.

Merche se quitó la camiseta dejándola sobre la silla que parecía más limpia. Se soltó el broche del sujetador liberando sus tetas y apuntando al moro con sus gordos pezones le dijo:

-Cómeme las tetas.

Mientras ella, con una mano sujetó la túnica arremangada a la altura de la cintura del moro para que éste tuviera sus manos libres. La otra mano de Merche agarró la polla morena que ya presentaba a medio empalmar un buen tamaño. Un fuerte olor a orín concentrado le llegó a la nariz. El moro amasó las tetas de la rubia y agarrándolas fuertemente las levantó de forma que los pezones quedaran mirando hacia el techo. La rubia pegó un respingo mezcla de dolor y de placer. Sus dedos apretaron más fuerte la polla que ya totalmente dura, soltó un espeso goterón de babas por la raja resbalando por los dedos de Merche. Rachid pegó las tetas de forma que ambos pezones se tocaban. Lanzó un certero ...