El Regalo: Conociendo el Establo
Fecha: 24/03/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Atlas, Fuente: TodoRelatos
... habían instalado, habían elegido una de las habitaciones libres que disponía de dos camas y un amplio armario, una vez colocada la ropa, fueron a reunirse con los demás.
En la cocina estaban María y Miguel, el chico estaba sentado tomándose un café mientras ella limpiaba la encimera de la cocina. Las dos mujeres se sentaron a la mesa, María se dio la vuelta hacia ellas.
β ¿Queréis tomar algo?
β Pon dos cafés con leche, el mío con poca leche y sacarina, el de Silvia con leche templada.
María sirvió dos cafés y los puso en la mesa con un azucarero.
β No tenemos sacarina.
β Tendrás que comprar, este café tiene demasiada leche ponme otro.
β Se acabó la cafetera, ya no queda.
β Pues haz otra ¿cuál es el problema?
β El problema es que aquí éramos tres y ahora somos cinco, no estoy dispuesta a trabajar para tanta gente.
β Por eso no te preocupes guapa, Silvia te ayudará, anda siéntate aquí a mi lado y mientras ella preparará el café.
Silvia se levantó inmediatamente, en poco tiempo fregó la cafetera, la volvió a llenar y la puso al fuego. Pronto el aroma del café recién hecho inundo las fosas nasales de los presentes. La mujer no se sentó hasta que tuvo servido el café de Laura y no protestó porque el suyo se hubiese enfriado.
β Muchas gracias cielo, está perfecto como siempre.
β Entonces todos salimos ganando, ahora con ayuda tendrás mucho más tiempo libre María. β A Miguel le atraía la idea de tener dos mujeres a su servicio.
β Seguro que entre estas dos tienen la casa como los chorros del oro y además nos atienden de maravilla.
María no le quitaba los ojos de encima a Laura, la jovencita le estaba empezando a caer mal, la suficiencia con la que hablaba, la autoridad que tenía sobre Silvia y que parecía querer extender sobre ella, le parecía un poco cargante, al fin y al cabo ni la conocía.
Laura se marchó a la piscina, Miguel se encaminó al establo a ver qué estaba haciendo Paco y Silvia y María permanecieron en la cocina. Una cosa era cierta entre las dos dejaron todo recogido en muy poco tiempo, a María le hubiese apetecido hablar un rato con Silvia, pero ella le dijo que tenía un fuerte dolor de cabeza, se tomó una pastilla y se fue a descansar al sofá.
La llamada de Laura la cogió desprevenida, en primer lugar, le extrañó que la llamase a ella y no a Silvia y después la insistencia, repitió la llamada tres veces seguidas, con un suspiro se dirigió a la piscina a ver qué es lo que quería.
Laura estaba echada en una tumbona, María no pudo menos que admirar a la joven, la chica tenía un cuerpo escultural, las piernas larguísimas en un cuerpo tonificado por la práctica de algún deporte. Tenía los ojos cerrados y no los abrió hasta que María le dirigió la palabra.
β ¿Me llamabas?
β Sí, tráeme un refresco, no me acordé de coger uno y hace mucho calor.
β Ahora te traigo uno ¿Naranja o limón?
β Naranja mejor.
María volvió a la casa a cumplir el mandato, decididamente la chica no le caía ...