1. Mi esposa y el gringo


    Fecha: 29/07/2019, Categorías: Confesiones Autor: Complice, Fuente: CuentoRelatos

    Trataré de ser breve. Somos nuevos en USA, vine a trabajar con mi esposa y nuestros dos pequeños hijos. Yo hablo el suficiente inglés como para trabajar. Mi esposa no lo habla y estudia por tanto en una academia donde hay cursos para nacionales y extranjeros.
    
    Yo siempre había tenido la fantasía sexual de ver a mi esposa en la cama con otro macho y siendo su putita, y para darme en el gusto ella aceptaba llegar al límite de que lo habláramos en la cama mientras hacíamos el amor para que yo disfrutara más intensamente. Ella hasta aprendió a agregar sabrosos detalles de las fantasías que creaba para mí donde ella cogía con otros. Su intención era aumentar mi placer, mi cornudo placer, mientras teníamos sexo.
    
    Una vez, y previo a hacer el amor, le pregunté cómo sería su hombre ideal. Ella me lo describió con sorprendente cantidad de detalles. Inusual, pensé yo, pero a la vez excitante que ella ya tuviera en la mente a un tipo de hombre al cual le gustaría entregarse. Como me gustó eso, seguimos hablando de su hombre ideal más veces, a veces mientras la conducía a su academia, y otras veces al momento de hacer el amor.
    
    Al poco tiempo me confesó que su hombre ideal existía y lo veía a diario, y que él la miraba y ella no podía evitar mirarlo de vuelta. Pero como mujer que quiere guardar las apariencias ella evitaba mayor contacto. Me sorprendió su confesión, pero sobre la misma vi la gran oportunidad de cooperar para que mi amorcito fuera la deliciosa puta de otro semental, y la llené de besitos y le di la confianza para que habláramos del tema y sobre todo de él. Hicimos luego el amor deliciosamente, yo imaginándome que así mismo estaría ese macho encima de ella metiéndole la verga y haciéndola gozar. Ella disfrutaba con los ojos cerrados y no tengo la menor duda de que su fantasía en ese momento era exactamente la misma. Nuestros orgasmos fueron extra intensos, y al acabar los dos nos miramos en silencio ya sabiendo lo que mutuamente habíamos fantasiado.
    
    Ya desde el siguiente día hablábamos con más y más frecuencia del tema, al desayuno, en momentos libres, mientras veíamos televisión, previo y durante el sexo también. A ella le encantaba hablar de él, describirlo, y a mí me gustaba escucharla y le daba espacio para que me dijera lo mucho que deseaba coger rico con él. Yo le preguntaba calientes detalles, y ella sabiendo que eso servía a su propósito, pintaba morbosas situaciones en mi mente que simplemente me seducían a ser su cómplice. En una de esas conversaciones hasta me dijo que qué tendría que hacer ella si él a la larga no se conformara con el sexo vaginal. No desaproveché mi oportunidad para decirle que en ese caso ella tendría que entregarle el culo. Ella estaba esperando esa misma respuesta. Ella sabía cómo mover mis hilos y me estaba llevando a donde quería. Yo por mi parte conservaba en la mente esas palabras que me acababa de decir y yo ya casi eyaculaba al pensar en ese macho gozando del hoyo del culo de mi linda esposa. Yo ...
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