1. Lorena, una relación que me dejó marca


    Fecha: 28/07/2019, Categorías: Hetero Autor: Sevillano, Fuente: CuentoRelatos

    ... la casa nos abrazamos devorándonos mutuamente. Tocaba aquel cuerpo y mis ganas sólo hacían aumentar. Sus besos me transmitían una especie de frescor que se repartía por todo mi cuerpo. Y la sensación de abrazar aquel cuerpo era maravillosa.
    
    Nos desnudamos allí, uno al otro. Ella se agachó y empezó a hacerme una felación. Luego yo se lo comí un poco en el sofá. Recuerdo que no iba depilada, pero no me importó. Y a continuación terminamos follando en mi dormitorio, tirando al suelo las maletas que tenía sobre la cama.
    
    Fue un mal polvo. En serio. De los peores creo de mi vida. Ella creo que intentaba agradar en demasía, olvidándose de disfrutar. La notaba como forzada en muchas ocasiones. Y yo estaba asustado. Y ese miedo fue creciendo con el pasar del polvo. Cada vez me preguntaba más que coño hacía tirándome a Lorena, que era casi una niña. Le estaba poniendo los cuernos a mi pareja con alguien a la que casi le sacaba más de 10 años. Y claro, no sólo era la diferencia de los 10 años, el problema era que 10 años eran. Creo que no es la misma diferencia, aunque cuantitativamente sea la misma entre 32 y 46 que entre 18 y 32. Hay una diferencia cualitativa.
    
    Estaba allí disfrutando de aquel cuerpo, de aquellas sensaciones y comiéndome la cabeza. Que el polvo fuera una mierda no fue sólo culpa de ella. Claro. Seguro que yo también tuve mucha más culpa.
    
    De todas formas me corrí rápido (recuerdo que yo estaba de rodillas sobre la cama y ella a cuatro patas, que yo miraba mi pene entrar y salir de su cuerpo, veía su redondeado trasero y sentía la piel suave… cuando noté que llegaba mi corrida. Intenté aguantar… pero no pude) y nos quedamos allí, acurrucados en la cama, sin hablar. Me ha ocurrido otras veces, pero aquella vez fue la más descarada. Lo mejor del polvo ese fue el rato que pasamos luego juntos. Allí, desnudos bajo las sábanas, abrazados.
    
    Luego empezamos a hablar de tonterías y tal. Yo quería preguntarle que que le había pasado con el novio. Pero no lo hice. Ella me dijo que lo mejor sería vestirse e irse a su casa, que sus padres… Pero no se fue. Al rato nos quedamos dormidos los dos, allí abrazados.
    
    Así es como nos levantamos al día siguiente. Envueltos entre sábanas y los brazos del otro. Yo desperté antes y me quedé mirándola. De nuevo me asaltó la sensación, allí mirándola dormida, de que la había cagado, que era una niña y que yo era gilipollas. Luego ella abrió los ojos y me sonrió. Así parecía más mujer y me quitaba algo del peso de mi gilipollez. Pero...no sé. Era raro.
    
    Nos levantamos y yo hice el desayuno mientras ella se duchaba. Cuando volvió al salón, donde yo había servido las tostadas y el café, venía con una de mis camisetas, que le llegaba a medio muslo. La sensación de que era una niña me asaltó otra vez al verla así. Desayunamos, aunque yo estaba en silencio y ella se dio cuenta.
    
    Tras desayunar se vistió, me besó en la mejilla y se fue a su casa.
    
    Unas horas más tarde llegaba yo a Sevilla. Fue una ...
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