1. Lorena, una relación que me dejó marca


    Fecha: 28/07/2019, Categorías: Hetero Autor: Sevillano, Fuente: CuentoRelatos

    ... Pero aquella noche decidí tomar un par de cervezas con otros compañeros y conocer aquellas fiestas.
    
    Estuvimos en un par de locales bebiendo tranquilos. A eso de la 1,30 de la noche me fui para mi casa. Quería salir al día siguiente para Sevilla y no me vendría mal un descanso.
    
    Cuando estaba cerca de mi casa me crucé con ella, aunque al principio no la reconocí.
    
    Era una calle cercana a mi casa, y yo iba con la cabeza sumergida en el móvil. Me crucé con alguien y al hacerlo escuché un sollozo. Me quedé parado y me giré. Escuché que sí, que la persona con la que me había cruzado iba llorando. Era una chica joven.
    
    -Perdona -dije de forma automática – ¿te pasa algo?
    
    Ella se giró. Y pude comprobar con sorpresa como era Lorena.
    
    Tenía las mejillas surcadas de lágrimas y pintadas con la pintura de los ojos que se había corrido. Los ojos rojizos de llorar. Algún mechón de oscuro pelo suelto. Y temblaba.
    
    Di unos pasos hacia ella.
    
    -¿Lorena? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
    
    Ella se sorprendió de verme allí e intentó quitarle hierro al asunto.
    
    -Hola… no te… preocupes... no pasa nada. Una tontería. De verdad. No pasa nada.
    
    Y se giró para irse. Me salió de algún sitio, no sé, pero la agarré del brazo.
    
    -No parece que estés bien Qué te…?
    
    Rompió a llorar. Balbuceaba. Las lágrimas eran un reguero en su cara. Y volvía a temblar.
    
    La llevé a unas escaleras cercanas que había allí, que daban acceso a una pequeña placita que estaba en alto.
    
    La senté y quedándome yo más abajo, le cogí la cara con mis manos y la hice que me mirara. El llanto era desconsolado.
    
    -Mírame. Respira. Tranquilízate sea lo que sea que te pase. En serio. Mírame a los ojos.
    
    Ella lo intentaba. Pero lloraba y lloraba.
    
    Me senté junto a ella preguntándole que si podía hacer algo por ella. Me dijo que no. Y yo le dije que, de todas formas, me quedaría allí con ella.
    
    Minutos después empezó a relajarse y me contó, todavía entre lloros y balbuceos, que se había peleado con el novio y que éste le había dicho de todo. No sé la causa y no se la pregunté. Sólo le dije que pasara del tema, que quizás lo estaba llevando al extremo y que, en todo caso, no merecía la pena. Me dijo que eso era seguro, que no merecía la pena.
    
    Y allí nos quedamos un rato más.
    
    Iniciamos una charla diferente. Afortunadamente empezaba a ser, de nuevo, la chica inteligente de siempre. Y si, entre charla y charla, entre palabras y palabras y alguna risa nos liamos a besos en la escalera.
    
    De allí nos fuimos a la casa, que, como dije, estaba sola para mi.
    
    Ella era más baja que yo. Ojos oscuros. Pelo oscuro recogido en una cola y con una pequeña trenza enmarcándole un lado de la cara. Ni gorda ni delgada. Con una tetas algo grandes quizá para su tamaño. Buenas piernas y un culo de su edad.
    
    En los días siguientes me arrepentí de haberme liado con ella. Por su edad y por más cosas que luego contaré. Pero en aquel momento sólo podía pensar en follarla.
    
    Sólo cerrar la puerta de ...
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