1. Sexo, droga y bolas chinas


    Fecha: 28/07/2019, Categorías: Gays Autor: Machi, Fuente: TodoRelatos

    Diciembre 2010
    
    Aquellas navidades estaban siendo todo lo aburrida y triste que pueden ser unas fiestas para los que no tenemos demasiada familia. Sin padres, ni hermanos y con la única compañía de mi abuela Asunción, las cenas de Nochebuena y demás jolgorios navideños tenían el deprimente sabor de la añoranza. Echar de menos a los que no estaba era el gran significado que para mí tenía aquellas fiestas.
    
    Aunque nunca llegué a conocer a mi madre pues murió al nacer yo, mi abuelo y mi abuela me habían hablado tanto de ella que siempre he tenido la sensación de que siempre había formado parte de mi vida. Al ser dos personas mayores, no asimilan del todo lo de que mi madre se quedara embarazada sin estar casada, sin embargo, solo tenían palabras de cariño y de admiración para ella.
    
    Si recordar a mi madre me era doloroso, más lo era hacerlo con mi abuelo que fue para mí como un padre y que hacía casi diez años que nos había dejado. Circunstancia que hace que haga todo lo posible por aprovechar cada momento que paso con mi yaya y, siempre que tengo ocasión, intento estar con ella el máximo de tiempo posible. No se sabe nunca, cuando no voy a poder estar con ella.
    
    Tras cenar con mi abuela, ella estuvo viendo un poco el especial navideño de Canal sur y se acostó.
    
    Sin embargo que valorara el cariño de mi abuela, no quería decir que fuera suficiente para apaciguar mi soledad. Como el buen gilipollas que solía ser, confundía tener sexo con estar en compañía de alguien. Así, que una vez se quedó dormida, decidí salir a dar una vuelta a ver que me encontraba en una noche de navidad en el mundo del ambiente de Sevilla.
    
    A pesar de que estaba bastante cachondo, no lo suficiente y solo sopesaba la idea de irme con un pasivo. Me apetecía la idea de un polvete donde yo fuera quien llevara la voz cantante. Algo que no era muy difícil para alguien como yo, un treintañero deportista, peludo y con aspecto de oso machote, en un sitio como la discoteca Ítaca.
    
    A pesar del frio, me había puesto una camisa azul que marcaba de manera descarada mis hombros, mi pectoral y mis brazos. Si a eso se le sumaba unos vaqueros que me hacían un buen culo y mejor paquete, fue quitarme el pluma para dejarlo en el guardarropa y sentí como las miradas de más de uno se clavaban en mí.
    
    Con la vanidad por las nubes, me adentré en la zona de la pista de baile con la intención de ir a la barra para pedirme una copa.
    
    Tal como suponía, aquello estaba hasta las trancas. Entre tanta peña había de todo: gente que bailaba como si no hubiera un mañana, gente que iba muy puesta de todo, gente como yo que iban buscando allí alguien con la que echar un polvo y de camino despistar un poco a la soledad…
    
    Una vez tuve la copa en la mano, me dediqué a dar unas cuantas vueltas en busca de alguien con quien pasar el rato. No iba buscando otra cosa que un agradable polvo con un tío que me molara, poco más.
    
    Una hora más tarde, solo había felicitado las fiestas a cuatro conocidos y ...
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