1. Bañada de semen en el cementerio


    Fecha: 27/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... clavándole las uñas en ellas cuando el placer llegó a su pico más alto. Rosa, cómo era costumbre en ella, se corrió estremeciéndose y gimiendo de modo escandaloso.
    
    Doce de la noche. Cementerio de Brompton. Chelsea. Inglaterra,
    
    La viuda, un pibonazo (imagínala cómo quieras) aparcó el Mercedes plateado delante del cementerio, bajó de él por una puerta y Rosa lo hizo por la otra. Se internaron en el campo santo. El enterrador apareció entre la espesa niebla. Era cómo un delgado fantasma de casi dos metros de estatura, vestido de riguroso negro y con sombrero de copa. Rosa, se llevó un susto de muerte cuando con voz de ultratumba, le dijo a ella y a la viuda:
    
    -Wellcome to Dead Land (bienvenidas a la Tierra de la Muerte.)
    
    Cómo lo dijo en inglés y Rosa no entendía ni papa, se le puso el coño de corbata... Aquello no había dinero que lo pagase, pero ya no podía dar marcha atrás. Siguieron al bicharraco hasta el panteón. No sé de donde coño los quitaran, pero fuera del panteón había siete enanos vestidos con trajes grises, y en medio. ¡Sorpresa! Estaba Ángel, su suegro, y a su lado estaba su cuñada Gloria. Tanto el padre cómo la hija vestían trajes marrones y tenía en sus rostros la seriedad del enterrador. ¡¿Qué macabro juego era aquel?!
    
    El maestro de ceremonias, o sea, el enterrador, abrió el panteón. Al fondo estaba el nicho del difunto y en medio una mesa camilla que de allí no era. En las paredes había velas encendidas.
    
    El suegro de Rosa, se puso detrás de ella, le quitó el abrigo, y le dijo:
    
    -Blancanieves, vas a ser follada por los siete enanos, por la bruja, por el príncipe, por un hada y por el muerto.
    
    Rosa, estaba tan asustada que tocaba con los dientes una marcha fúnebre. Le salió la vena de aldeana.
    
    -¡Que Blancanieves, ni que carallo, suegro! ¡¡Quiero salir de aquí cagando hostias!!
    
    El enterrador, no entendió lo que dijo, pero se olió que no se prestaba al juego... Le tapó la boca. Los enanos le desgarraron las vestiduras y acabó en pelotas encima de la mesa camilla, mesa camilla que no levantaba más que dos palmos del suelo.
    
    Los enanos sacaron de sus bolsillos siete pequeñas velas, las encendieron con las que había en la pared y comenzaron a derramar cera sobre sus tetas y sobre su vientre. Mientras lo hacían fueron quitando sus pollas y las menearon. El enterrador, con una navaja iba quitando el cemento que sujetaba el mármol del nicho. Gloria, el hada, le comenzó a lamer el coño, muy despacito, el príncipe, su suegro, le puso la polla en la boca, y la viuda, que era la bruja, le acarició las tetas, cerró los ojos y se masturbó. Rosa, viendo tanta polla junta se estaba poniendo de un cachondo subido. Diez minutos más tarde, tan caliente estaba que si le echaban el muerto encima, con que la tuviera tiesa... ¡Qué se lo echaran! Cerró los ojos e hizo su papel. Era la Bella Durmiente. Poco después, Gloria, al ver que el coño de su cuñada se había encharcado tanto que echaba por fuera, aceleró los movimientos de ...
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