De este agua no beberé... - Relatos Eróticos

De este agua no beberé...

... es mucho más tranquila.

Me hace gracia lo atrevida que es la adolescencia; ¡llama niñatos a chavales que seguramente tengan un par de años más que ella! Vuelvo a recoger el bolso y continuamos andando arrastrando los pies por la arena otros cien metros hasta llegar a la siguiente cala, esta otra zona apenas puede verse ya que una roca que se adentra en el mar las separa. Yo voy tras ella obediente hasta al final, y mientras la sigo, voy pensando en la bronca que le voy a echar esta noche al huevón de su hermano. Una vez en el sitio elegido, nos instalamos entre unas piedras.

—¿Sabes porque me encanta este lugar?

Esta segunda zona está mucho menos masificada que la primera, y no tardo en

saber porque… ¡es una playa naturista! Mientras María se despojaba de la poca ropa de la manera más natural, mira con una sonrisa de no seas antigua en el rostro y me anima a hacer lo mismo que ella.

—¿No has hecho nunca nudismo? Pruébalo es una pasada la sensación de libertad.

Arqueo ambas cejas hacia arriba y la miro con cara de circunstancias. Ahora ya es seguro que su hermano va a aparecer asesinado esta misma noche. No solo no había hecho nudismo, sino que tampoco había hecho nunca topless… me imagino que ve la cara de circunspecta que tengo e intenta tranquilizarme.

—No pasa nada, no es obligatorio, puedes quedarte con la parte de abajo o con las dos si quieres, nadie te va a decir nada.

—No me va mucho el rollo de estar en pelotas la verdad…

—No seas antigua, tienes veinticuatro, no cincuenta. Además, tienes un cuerpazo.

Antes de terminar de hablar ya se ha desnudado; realiza el proceso de forma mecánica, se quita el top sin mangas y lo dobla meticulosamente, después, el vaquero corto que dobla con la misma delicadeza. Está claro que es algo que hace de forma habitual, ya que su figura suave carece de marcas. Cuando se tumba en la toalla cierra los ojos y entonces aprovecho para observarla con detenimiento: su melena morena apenas alcanza a tapar la media docena de piercing que tiene en una de las orejas. Su cara es pura sensualidad; ojos brillantes, boca ávida, mirada provocativa, está claro que los chicos se tienen que rendir al erotismo que provoca. Tiene unos senos breves y puntiagudos, a juego con unos pezones rosados que apenas se distinguen del resto del pecho. Además, tras un nuevo vistazo me fijo con disimulo que lo tiene rasurado a la brasileña.

Mientras la observo, ella abre los ojos por sorpresa…

—Quítate al menos la parte de arriba, no sabes tú lo feas que son las marcas del bañador…

¡Joder! Ahora me pilla mirándola…

Yo estoy un poco agobiada, se me hace violento enseñar las tetas a todo el mundo y aunque en aquel lugar sea lo normal, nunca he hecho topless. Tengo esa sensación agobiante de que todo el mundo está esperando a que te quites el bikini. Como no quiero ser la nota discordante, y a fin de pasar lo más desapercibida posible en un lugar donde todos están en pelotas, decido despojarme del ...