1. Abuela cariñosa


    Fecha: 25/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Alphy Estevens, Fuente: CuentoRelatos

    ... costado de sus muslos pero nada exagerado. La madurez de su cuerpo y el morbo que me produjo verla frente a mi desnuda es difícil de describir.
    
    -Tu abuelo se moría por poseerme. Jamás le fui infiel. Era un hombre en todo el sentido de la palabra. Tú no sabes cuanta falta me hace, Pedrito, tú no sabes -agregó con cierta nostalgia en sus palabras.
    
    -Lo sé, abuela, lo sé -Alcance a decir.
    
    Mi polla seguía erguida a pesar de la conversación de mi abuela. Sus giros pausados, para que la detallara y le ofreciera mi opinión sobre sus encantos, me animaron a incorporarme un poco para tocar sus ricas nalgas.
    
    -Abuela, estás dura. Pareces una roca -le dije
    
    -¿Lo dices para no desanimarme, verdad?
    
    -No abue, no. Lo digo en serio.
    
    Apreté fuertemente sus nalgas y me puse de pie atrayéndola hacía mí. Puse mi polla sobre su vientre para que sintiera el armamento que le quería reducir.
    
    --Ay mijo, no sé qué estamos haciendo pero me siento tan feliz con tus caricias -me susurró.
    
    No había terminado de proferir esas palabras cuando sentí como me empujó dentro de la hamaca y se aferró a mi pollón diciéndome:
    
    -Tienes una polla muy bonita y muy desarrollada, Pedrito. La tienes mucho más grande que el abuelo. Déjame detallarla -Prosiguió.
    
    Se puso en cuclillas frente a mi mazo y comenzó a manosearlo con cierta ternura indescriptible. Cubría la cabeza de mi polla con su palma y con la otra mano intentaba medirla con sus dedos.
    
    -¡La tienes Enorme! -exclamaba sin dejar de frotarla.
    
    -Quiero probarla, Pedrito. Siempre le hacía eso a tu abuelo -Me suplicó.
    
    -Claro, abuela. Saboréela como quiera, esa polla es suya -le dije.
    
    La abuela metió su trofeo en su hambrienta boca y empezó a succionármela con la veteranía de sus años. Se la engullía hasta la garganta mientras con su mano acariciaba mis bolas a punto de estallar.
    
    Así duró unos minutos. Jugueteaba diestramente con mi instrumento y sabía cuando cambiar el ritmo para que no me viniera. Era una veterana de mil batallas que producto del momento, se despojó de cualquier prejuicio que limitara sus pasiones reprimidas por el largo periodo de abstinencia.
    
    Retiró su boca de mi polla y me mostró, esplendida, su hermosa rendija babeada y lista para recibir mi pollón.
    
    -Quiero que me lo metas, Pedrito. Por favor, cógeme sin piedad. Quiero sentir es animal que tienes, dentro de mí. Fóllame con ganas, tengo ya dos años que no sé qué es una polla y menos con esas dimensiones -me dijo desaforada.
    
    -Si abue, sí. Te voy a follar con todo. Tú te mereces una buena cogida -agregué.
    
    Subió sus muslos sobre el chinchorro y se acomodó perfectamente sobre mi ansioso cañón.
    
    -Este momento es solo nuestro. Empótrame esa polla hasta el último centímetro, Pedrito. ¡Cógeme, fóllame, hazme tuya, por favor! -Exclamó.
    
    Colocó mi bazuca en la entrada de su resbaladiza vagina y lo introdujo lentamente hasta las bolas.
    
    -Que rico, Pedrito. Tienes un pollón enorme. Lo quiero todo para mí. Destrózame con ...
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