1. Abuela cariñosa


    Fecha: 25/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Alphy Estevens, Fuente: CuentoRelatos

    La noche anterior cumplí dieciocho años. Mis padres y mis amigos me organizaron una fiesta para celebrar mi cumpleaños, y aquí estoy, sufriendo los embates de la resaca. La casa de campo de mi familia, albergó casi un centenar de invitados que mi joven madre quiso me acompañaran en tan importante fecha. Yo no era muy amigo de esas reuniones tan pomposas, me hubiese conformado con algo más sencillo y pasarlo con mis pocos amigos y la familia más íntima. Pero así era mi mamá, imponente y se hacía lo que ella decía.
    
    Vinieron muchos de mis primos, mis tíos, algunos compañeros de estudio y mi novia Raquel. La pasé muy bien, a pesar del alboroto y del afán de mamá por dejar todo impecable después del jaleo que se formó. El personal de limpieza, gracias a dios, dejo todo perfectamente limpio y ordenado.
    
    Ese domingo, todos se marcharon a la ciudad y yo me quedé solo con mi abuela que había venido de la capital a ayudar a mis padres a organizar el barullo. Le dije a mi madre que no me sentía muy bien y que necesitaría descansar un par de días. En la nevera quedó mucha comida preparada y algunas cervezas que me refrescarían y ayudarían a despejar mi cabeza.
    
    Somos los típicos 3x18. Mi abuela tuvo a mi madre a los 18 y ella a mí a los 18, por lo que al cumplir mis 18 ellas tendrían 36 y 54 años respectivamente. Simples matemáticas.
    
    Mi padre, un tanto mayor que mi madre, rondaba los 42 años. Mi abuelo, lamentablemente, había fallecido hacía dos años en un accidente de tránsito.
    
    La paz que se respiraba en la finca era reparadora. Caía una pertinaz lluvia que acariciaba mis oídos y me invitaba a seguir tumbado en la hamaca que había colgada en el corredor. Un chorro de agua bajaba por el tubo de latón y golpeaba fuertemente contra unos helechos que estaban agradeciendo el chaparrón que les caía. Metí seis cervezas bien frías en una cava pequeña de anime y las puse a la mano debajo del chinchorro. Al cabo de una hora, ya me había tomado al menos cuatro cerbatanas.
    
    Desde adentro, se escuchaba el ruido de la abuela trasteando con los implementos de limpieza y arrimando los pesados muebles de madera y cuero del comedor de doce puestos. Le gustaba sacar sucio de donde no había, decía mi mamá cada vez que la veía en esos menesteres. Esa característica, se le había acentuado luego de la pérdida irreparable de mi abuelo Ramón. Mucho costó convencerla de que asistiera a la celebración y mamá tuvo que persuadirla de lo importante de su presencia para que todo saliera bien.
    
    La lluvia seguía cayendo con sus mágicas caricias y una leve brisa comenzó a sentirse sobre las matas de plátano que servían de barrera al corredor. Todo estaba nublado. Desde media mañana, luego que todos se marcharon, no se le volvió a ver la cara al sol. No había querido ingerir ningún tipo de alimentos, la mezcla de ron, cerveza, vodka y cuanta bebida pasaba por mis manos, me habían producido una indigestión. Solo hace poco menos de una hora, me provocó tomarme, como les dije, ...
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