1. Violeta 8


    Fecha: 24/07/2019, Categorías: Incesto Intercambios Autor: Gomarana, Fuente: SexoSinTabues30

    ... alcoba matrimonial, de donde yo salía siguiendo a Violeta en esta aventura de ir por su primo, como una mecha que encendiera una especie de orgía entre todos los que nos encontrábamos en esa casa. Pasé de largo por el cuarto de Noé, di la vuelta a la derecha y pasando por la recámara de Siddhartha pude escuchar una plática llena de risas y expresiones estruendosas. Primero creí que sólo sería la voz de Isabela luego, prestando más atención, también oí con claridad a la mal llamada “monja”, muy entusiasmada con esa conversación. Seguí de largo, no quise interrumpir a Isabela que parecía tener algún progreso con su prima.
    
    Bajé las escaleras hasta el primer descanso, y fue cuando me disponía a descender la última sección de aquella escalinata, cuando me percaté de que Vania, con Noé de la mano, despedía en la puerta a alguien que, desde esa perspectiva, no se alcanzaba a ver, pero debido a la efusividad con la que el pequeño niño también agitaba la mano, podía adivinar que eran los abuelos. Me sentía seguro ahí, pues esas escaleras, sino se prendía la luz en ese descanso, eran muy oscuras. Tuve así, la oportunidad de buscar a Violeta, pero no la veía por ningún lado. ¿Estaría escondida esperando el momento preciso para entrar a escena? ¿O tal vez, viendo a los padres de su tía, había subido y estaba con las niñas? ¿Era por eso que se escuchaba tanto alboroto en ese cuarto? Pensé en retroceder e irme directo a la habitación de donde venía, ¿o tal vez ir a la recamara de Siddhartha? Sin embargo, antes de subir, de reojo vi algo en la sala que llamó mi atención: Los pies descalzos de Violeta en uno de los brazos del sillón grande. No podía ver más partes de su cuerpo, pues el respaldo de dicho sofá tapaba todo lo demás. Resultaba obvia que esperaba en ese sitio recostada y, cuando dieran la vuelta, lo primero que verían, sería su cuerpo desnudo en la sala. Había que admitirlo, cuando se trataba de sexo, Trinidad, Violeta e Isabela eran osadas, sin importar cuando o como, todas sus acciones debían llevar al mismo objetivo: La liberación de toda inhibición sexual, especialmente en los otros. Lo que Violeta no esperó ni tampoco yo, aún siendo el artífice de aquella seducción, era que esa sexualidad ya estaba liberada, tanto en la madre como en el hijo.
    
    La despedida a los abuelos terminó, Vania cerró la puerta y cuando sacaba la llave, Noé saltó a sus brazos con un efusivo abrazo. La trigueña lo cargó de las nalgas, el pequeño entonces, buscó los pechos, sacó la lengua y lamió como si fuera una larga paleta lo que dejaba ver en el escoté medio abrochado su madre. Vania abrió la boca y dejó escapar un leve y corto sonido, muy parecido a cuando se prueba una soda con mucho gas. Cruzó una de sus manos hacia la nalga contraria para cargarlo con uno solo brazo, con la mano libre lo sujetó del mentón, levantándole la cara hasta su boca; en seguida él lo entendió y abriendo los labios recibió un beso; la trigueña devoraba sin tapujos a su hijo, el niño, ...
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