1. El jarrón. Amoríos y castigos de otro siglo


    Fecha: 24/07/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    ... quehaceres y el día trascurrió sin novedad.
    
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    A las siete llegó Don Carlos, el marido de Doña Federica. Tras cenar, Federica le contó lo que había ocurrido con el jarrón.
    
    - ¿Quién ha sido?
    
    - Todavía no lo sabemos, mañana...
    
    - ¿Mañana? Se puede saber qué clase de disciplina es esta... se rompe un jarrón, una pieza única y todo lo que ocurre es nada.
    
    - Lo siento. - respondió Doña Federica mirando las manos de su marido.
    
    - Eso no es suficiente, quizás cierta dama necesita un recordatorio.
    
    - Carlos, yo...
    
    - Inclínate sobre la cama y muéstrame el culo. - ordenó el varón mientras se arremangaba la camisa dejando a la vista sus velludos brazos.
    
    La mujer tragó saliva, se dio la vuelta, levantó las faldas del vestido y desnudó su trasero.
    
    Carlos contempló las pálidas nalgas de su mujer. Habían perdido algo de firmeza con los años, pero junto a la jugosa raja, todavía conservaban el suficiente atractivo como para causarle una erección.
    
    - Mereces la vara. - continuó el caballero cogiendo en su mano el instrumento de castigo y agitándolo en el aire.
    
    La mujer contrajo las nalgas anticipando lo que vendría después.
    
    Antes de los golpes, su marido le sobó el pompis e introdujo dos dedos en la vagina haciendo que el cuerpo maduro de la víctima se estremeciese.
    
    Las atenciones eróticas duraron poco y la vara mordió las posaderas de la mujer. Después de siete azotes, el culo, decorado con líneas rojas, escocía.
    
    Carlos observó las marcas y sintió el deseo de poseerla. Después de todo amaba a su mujer, a su compañera.
    
    Dejó la vara, se acercó a ella y poniéndola en pie la besó en el cuello.
    
    Luego, cara a cara, le miró a los ojos y buscó sus labios.
    
    Doña Federica devolvió el beso con pasión.
    
    Carlos la llevó hacia la cama tumbándola boca arriba y se bajó los pantalones dejando su pene al aire. La penetró en posición de misionero.
    
    Sus bocas se volvieron a encontrar durante las embestidas y el sonido de los jadeos se mezcló con el de la saliva.
    
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    Ana, se había fijado en el intercambio de miradas y sospechaba, no, era más que una sospecha, era casi una certeza. Ana sabía que había algo entre esos dos.
    
    También sabía que ese algo no tenía que ver con el jarrón, pero no importaba. Tenía que encontrar un culpable, una distracción. Si calentaban el trasero a esos dos, a lo mejor, se libraba.
    
    Hasta el momento su plan iba bien, después de todo ella había propuesto investigar.
    
    La verdad no saldría a la luz. Nadie sabría jamás que ella había roto el jarrón.
    
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    Mientras tanto, corriendo un riesgo innecesario, Margarita visitó a Jaime en las cuadras. Estaba nerviosa, si había una investigación quizás averiguasen lo de ellos. No es que de por sí hubiese nada malo en hacer el amor, pero la envidia, a menudo, llevaba a la denuncia. El encargado de los caballos abrazó a su chica y luego se besaron con ansia.
    
    Al menos, durante esos instantes, sus miedos ...
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