Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 19 - Relatos Eróticos

Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 19

... aquellas nalgas casi perfectas que comenzaban desde el final de la cintura. Estaba totalmente depilado, no tenía ni un sólo pelo en las piernas.

El primer contacto fue en la zona de los hombros, luego con suavidad fui extendiendo el aceite por todo su cuerpo. La piel era fina y suave, especialmente en los muslos y gemelos. Estaba muy trabajado y podía notar en mis manos, la dureza de ese cuerpo. Su cuerpo moreno brillaba por el gel. Apoyé mis manos sobre sus hombros y empecé a masajearlos.

Estuve un buen rato trabajando su espalda. Sabía que ese masaje que estaba dando era una simple excusa, pero mi profesionalidad, hizo que trabajara un nudo que tenía cerca del omoplato. Bajé un poco la toalla, justo para que apareciera la raja y poder trabajar la parte baja de la espalda. Era evidente su moreno integral.

Cuando empecé con los pies y gemelos, yo ya estaba completamente tieso. Era la primera vez, que hacía algo así, pero me daba muchísimo morbo. Incluso, el simple hecho de masajear las piernas me excitaba.

Hasta ese momento, no había hecho nada fuera de lo normal. Había sido un masaje relajante, como tantos había dado. Lo siguiente, ya era cruzar una linea, que lógicamente, podía cruzarla, pero que nunca había ocurrido en mi corta carrera como masajista. Aunque sabía perfectamente, todo lo que quería hacer.

Sin decirle nada, cogí la toalla y con suavidad la retiré.

Lo que tenía ante mi era un culo casi perfecto, redondeado, respingón y sin tocarlo ya se observaba la firmeza. Coloqué mis manos en la espalda, y las fui bajando despacio. Antes me había parado, ahora no tenía porque. Seguí, y con mis palmas sentía el contacto del culo. Lo magree, agarré con firmeza, estaba muy duro (yo también), lo sobé sin prisas. Bartra se dejaba y disfrutaba al mismo tiempo.

Mi mano pringada de aceite recorría ese culazo. Me daba tanto morbo la escena que lo hice. Dos dedos se introdujeron por la raja y fueron bajando. Despacio, hasta que sentí el ano.

No me pude contener y le dí una azote con mi mano a su nalga derecha.

En vez de retirarse nuevamente a la terraza, entraron. Estaba claro que les ponía mirar. Tampoco hizo falta decirles nada más. En aquellos pasos hasta el sofá, se quitaron las camisetas. A Piqué lo habito muchas veces con el torso desnudo. A Sergi no.

Aquella cara de adolescente, se hacía rara con ese cuerpo trabajado y definido. Estaba bastante moreno. Sergi, tenía un torso precioso, con unos pezones muy proporcionados y oscuros. Quizás los abdominales no estuvieran muy marcados, pero aquellos oblicuos eran deliciosos. Se apreciaban perfectamente. Sergi, llevaba el pantalón corto muy bajado. La goma del short justo cubría su pubis. No llevaba boxer, el rabo se marcaba, cayendo hacia su izquierda. Como me había imaginado, estaba circuncidado.

La irrupción de los dos jugadores en el salón, había provocado, que no me diera cuenta de lo que había ocurrido justo delante de mí. En la camilla, Bartra, completamente ...