Las flipantes aventuras sexuales de Carl - Relatos Eróticos

Las flipantes aventuras sexuales de Carl

... —Carl quedó con la boca abierta y una mirada llena de terror —puedo ver qué la idea no ha sido de todo agrado —sonrió mientras tomaba asiento en su silla cruzando una pierna sobre la otra. Carl miró a su alrededor anonadado, respirando sonoramente. De forma torpe intentó levantarse, se sostuvo del escritorio y con la mirada permaneció frente al desconocido. Sonó el teléfono y lo cogió enseguida.

—¿si? —dijo con voz triste —no, por ahora no estoy para nadie, dije qué no estoy para nadie —y colgó con fuerza, acomodó su pantalón.

—¿Qué tienes para mí?

—muy bien Carl, muy bien —dijo el hombre aplaudiendo, se levantó del asiento y se lo ofreció arrastrando su mano por el hombro de éste —ese es el Carl qué conozco, qué me agrada tanto —Carl se sentó sin estar convencido del todo mirándolo complacido como se sentaba sobre el borde del escritorio —es muy simple, esto —de su bolsillo sacó un anillo mostrándolo en el centro de su palma —puede ser esto también —cerró la mano y volvió a abrir para revelar un celular en lugar del anillo —quizás esto sea más sencillo —el celular fue cambiado por una collar —en realidad el objeto no tiene importancia, solo es simbólico —decía mientras metía su mano de nuevo en el bolsillo —lo qué sea qué quieras o necesitas solo debes desearlo, desearlo con todo tu ser y lo tendrás, pero no hablo de cosas materiales no, en eso no tenemos ningún problema ¿verdad Carl? Hablo de la mente de las personas, de sus corazones. Tendrás la habilidad de sobreescribir sus pensamientos, personalidades si es necesario, para así convertirte en su objeto de obediencia, adoración comparable con la qué recibe un dios. Con eso, podrás saciar todas esas fantasías qué el dinero no puede comprar.

—parece muy simple.

—lo es, para mí —dijo cruzando los brazos sobre su pecho. —entonces ¿qué será?

—creo qué elijo el anillo.

—muy bien —sacó el anillo de su bolsillo y dejó caer sobre la palma de su mano. Parecía un anillo común y corriente, comparable al peso de algunos qué había usado en su juventud, similar en gran medida con su argolla de matrimonio, solo que tenía una piedra con forma ovalada color esmeralda. Lo acercó a su rostro para ver cada detalle antes de ponerlo en su dedo. Observó cómo se veía en su mano sin sentir algún cambio en su cuerpo o mente.

—bueno, eso es todo. Mi tiempo aquí ha llegado a su final —dijo él hombre levantándose para ir rumbo a la puerta.

—¿Eso es todo?

—si —dijo con una mano hacia el.

—¿Qué se supone qué debo hacer?

—te lo dije, solo desearlo con todo tu corazón para que se active y el resto, bueno —se volteó hacía él —creo qué eres un hombre muy inteligente para deducirlo por ti mismo —se volvió hacia el frente para llegar a la puerta, tomar el picaporte y salir. Carl se quedó por un instante sin saber qué hacer, inerte. De repente se apresuró a ir a la puerta. Tras abrirla sólo vio el susto qué provocó en su secretaria, confusa se levantó de su asiento —¿sucede algo?

—El hombre ...