1. Las flipantes aventuras sexuales de Carl


    Fecha: 18/07/2019, Categorías: Control Mental, Autor: CrisantoCruz, Fuente: TodoRelatos

    "si papa, si, dame más duro" era lo qué Carl podía oír a través de los auriculares conectados a su computadora, la imagen en pantalla completa era la de una chica siendo penetrada vista de frente. Por los rasgos de su cuerpo debía tener al menos 18, era de pelo rubio, delgada y con pechos medianos. Del hombre sólo se podía ver el eje de su enorme miembro entrando y saliendo de su vagina.
    
    Carl estaba en su oficina, había pedido a su secretaria qué no le pasara llamada alguna ni entrara bajo ninguna circunstancia. Solo cuando el seguro de su puerta fuera quitado por él podría permitir cualquier tipo de visita. Sentado casi en el borde de su asiento, tenía los pantalones bajados hasta la rodilla, sostenía su miembro masturbandose con frenesí, con los ojos entrecerrados imaginaba la posibilidad de qué la chica en cuestión fuera su hijastra Kendel y él el dueño de semejante pene. Los gritos de placer y el rostro desencajado por el mismo en la chica lo acercaban cada vez más al orgasmo.
    
    —ahora imagina qué esa idea no sólo estuviera en tu cabeza y pudieras llevarla a cabo aquí, en la realidad —con cada palabra, Carl escuchó la voz de un hombre acercándose hasta revelar la presencia de un hombre a su costado derecho, todos sus sentidos se activaron y volteo enseguida diciendo.
    
    —¿¡qué carajos!? —Debido al movimiento abrupto los audífonos se desconectaron de sus orejas y sólo porque alcanzó a sostenerse del borde del escritorio con su mano derecha fue que pudo evitar caer al suelo. Miró con horror al hombre que estaba junto a él, tenía una tez blanca, cabello gris corto, rostro amable y cuerpo bien qué se marcaba bajo el elegante traje negro qué vestía.
    
    —descuida, yo no soy quien para juzgarte —lo oyó decir, se puso de pie y con prisa se subió los pantalones.
    
    —Lárguese ahora mismo de mi oficina o llamaré a seguridad —dijo lleno de ira acercando al teléfono junto a su computadora para apretar el botón de marcado rápido.
    
    —Si lo haces te perderás la oportunidad de hacer realidad la fantasía que tienes con tu hijastra y sus amigas —dijo él mientras comenzaba a ir rumbo a la puerta.
    
    –¿qué dijo? —Carl detuvo su dedo y se dejó caer sobre su asiento intrigado por la posibilidad qué se ofrecía ante él y el pavor qué alguien más conociera uno de sus deseos más profundos —¿quién es usted?
    
    —¿Quién soy yo? —preguntó señalando a sí mismo con falsa confusión —realmente no importa quién soy yo, de dónde vengo tal vez, lo que puedo ofrecer, por supuesto qué sí. Pero bueno, te lo diré. Solo soy uno de tantos incubus alojados en el infierno, con la encomienda de hacer miserables, eternidad tras eternidad a aquellos qué han obrado mal. Uno que a pesar de su importancia, un día se cansó de la misma tarea y quiso experimentar de una forma más directa los placeres de los qué causaban tanta condena. Tuve éxito en lograr mi escape, quizás fue debido a mi papel qué se me permitió conservar algunas habilidades. Después de ver cómo algunas personas se sumian ...
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