Deliciosa ducha entre madre e hija - Relatos Eróticos

Deliciosa ducha entre madre e hija

... morderlos y chuparlos haciendo que su dulce pequeña soltara lindas expresiones de placer mientras se retorcía bajo su merced.

Aunque para muchos, todo esto sonara completamente horroroso y degenerado, ellas mantenían una relación madre e hija demasiado estrecha. Tanto así que en algún punto llegaron a cruzar un límite prohibido.

Esto no les importaba en lo más absoluto, ellas eran felices con el tipo de relación que tenían, fuera bien vista o no. Igualmente, tenían que mantenerla en secreto, pues bien sabían que para la sociedad es complicado asimilar cosas de ese tipo.

Se quedó unos minutos más recostada en la cama mientras revisaba algunos mensajes en su celular, hasta que finalmente se puso de pie.

Se dirigió hasta el baño que estaba dentro de su habitación. Despojó sus ropas dejando al descubierto su tonificado cuerpo. A comparación de su hija, ella tenía un cuerpo maduro. Tenía grandes pechos, caderas voluptuosas y muslos gruesos. Se colocó bajo la regadera y abrió la perilla, dejando que el primer chorro de agua impactara sobre su piel trigueña.

El agua fría paso a ser tibia medida que corría el tiempo. Cerró los ojos mientras disfrutaba un suave masaje en su cuero cabelludo, esparciendo la espuma del shampoo por sus rubios cabellos. Repentinamente, sintió un agarre al rededor de sus caderas. Un cálido cuerpo la abrazaba por detrás, no debía siquiera molestarse en adivinar de quién se trataba.

— Olivia ¿Acaso no escuchaste lo que te dije? Nada de baños juntas.

Se dio la vuelta para quedar frente a su hija, quien tenía el cabello húmedo e impregnado en su piel, el olor a fresas de su gel de baño. Tal parecía, recién había terminado de ducharse.

— Lo sé. Ya he terminado, solo quería ayudarte, pensé que quizá querrías mi ayuda para lavarte la espalda. —Dijo mientras sonría fingiendo inocencia tras sus acciones. Conocía a su hija lo suficiente como para saber lo que escondía tras esa cara de niña buena. — No puedes culparme por querer ser una hija bondadosa, tú me enseñaste a serlo.

— Lo que tú eres es una niña traviesa, nada de bondadosa. —reclamó ante las palabras antes dichas.

La pequeña sonrió, sus intenciones habían sido descubiertas. Pegó nuevamente sus cuerpos. El agua seguía cayendo, mojando sus cuerpos desnudos. Abrazó el cuerpo de su madre por la cintura, haciendo que los pechos de su mamita quedaran justo frente a su rostro y lo escondió entre ellos.

— Sabes como conseguir lo que quieres... No puedo negarte nada, beba. — No iba a resistirlo más. Sus manos comenzaron a recorrer el resbaloso cuerpo de su hija. Su suave piel se sentía bien bajo el tacto, recorrió lentamente su espalda hasta la parte baja y finalmente culminando en sus nalgas.

Las apretó con cuidado, pues no quería dejar marcas, al menos no en esta ocasión. Regaló gentiles caricias en la zona. Podía sentir como su bebé se aferraba a ella y lanzaba suaves gemidos de placer que le incitaban a seguir más allá. Una erección había empezado ...