Deliciosa ducha entre madre e hija - Relatos Eróticos

Deliciosa ducha entre madre e hija

El ruido del despertador interrumpió la calma que reinaba en aquella oscura habitación. Alicia, que yacía en la amplia cama, estiro el brazo para dar fin al tortuoso ruido que emitía aquel aparato que había puesto fin a la tranquilidad de su sueño.

Frotó su cara algo cansada, había tenido una noche pesada de trabajo, ser docente en una escuela tan prestigiosa como lo era, el sitio donde impartía clases era algo hasta cierto punto agotador. Ya más de una noche había requerido quedarse hasta deshoras de noche, calificando trabajos, subiendo datos, entre otras cosas.

Se quedó unos minutos con su cuerpo inmóvil en la oscuridad, pensando si valía la pena dejar la dulce comodidad de su cama, hasta que finalmente se decidió que era hora de poner pies fuera de la cama y comenzar a arreglarse para ir al trabajo.

Justo cuando intento mover el cuerpo se topó con algo que se lo impedía, era un gran bulto que se encontraba cubierto por las sábanas, estaba abrazado a su cuerpo y le impedía moverse con libertad. Rio con dulzura, pues sabía exactamente lo que se encontraría una vez que alzara las sábanas. Justo como lo había intuido, se encontró con su hermosa hija aferrada a ella, pegando su angelical rostro sobre sus grandes pechos. Esta era una escena que se repetía con gran frecuencia, era un tipo de hábito que se había quedado desde que su princesa tenía pocos años de edad, era enternecedor como aun con el pasar de los años su hija seguía siendo su dulce niña pequeña.

Retiró unos cuantos mechones de cabello que cubrían el rostro de su joven hija y acarició con dulzura maternal sus mejillas. No había nada que no encontrase hermoso en ella, la amaba con todo su corazón, pero por más que le hubiera gustado dejar a su pequeña dormir plácidamente entre la seguridad de sus brazos, era hora de dejar la cama.

— Cariño mío, despierta por favor. Tenemos que ir al colegio.

Meneó suavemente el cuerpo de su hija, viendo como esta abría lentamente aquellos ojos que eran capaces de derretir su corazón.

— ¿Ya ha sonado el despertador? — pregunto sonámbula.

— Así es mi vida. Voy a bañarme, ya tiene unos minutos que la alarma sonó, así que también deberías apresurarte corazón.

— Vamos a bañarnos juntas, mami —propuso la menor mientras estiraba el brazo para alcanzar a su madre.

— No beba, te amo y sabes que en muchas ocasiones cumplo tus caprichos, no por nada eres tan mimada. Pero hoy debemos llegar a tiempo y sabes cuanto tiempo nos tomamos en una ducha juntas.

La adolescente rezongó en desacuerdo a la decisión, pero finalmente se puso de pie pesadamente de la cama y salió de la habitación. Le dio una pequeña punzada de culpa en el corazón, el dejar pasar una oportunidad tan tentadora como esa, los baños juntas era lo que más disfrutaba. Amaba recorrer su delicado cuerpo resbaloso por el jabón, pasar sus manos por todas partes, pero en especial en sus pequeñas tetas en desarrollo.

Jugar con sus pequeños y rosados pezones, pellizcarlos, ...