Los coreanos - Relatos Eróticos

Los coreanos

... mientras el coreano mayor KC iba pidiendo cláusulas de contrato, yo iba anotando y a la vez iba mirando al más joven Jiyu de forma lasciva. Parecía no entender mis miradas porque el tío no hizo ni un gesto. La reunión acabó con medio éxito, solo faltaba la firma.

Decidimos ir a cenar a uno de los mejores hoteles de la ciudad. Para la ocasión yo elegí una camisa transparente negra y pantalón pitillo. Y debajo mi mejor tanga. Encima una americana negra de ante. Estaba realmente guapo. Hasta mi padre me lo dijo. Cenamos mientras charlábamos de cosas ajenas al trabajo. Yo me senté entre KC y Jiyu. Durante toda la cena intentaba rozar mi pierna con la Jiyu disimuladamente pero sin éxito. Cuando acabamos de cenar decidimos ir a tomar unas copas. En un momento a solas en el baño con Julio le dije que no sé si iba a resultar.

- Le he prometido al coreano una botella del mejor wiski del mundo y un par de putillas – me dijo Julio mientras me iba besando el cuello y tocándome el culo – hoy está irresistible. Si fuera el coreano te follaba en medio del bar.

- Mmm… - yo me retorcía de gusto – me puedes decir quién es la otra zorra que va a seducir a los coreanos?

- Es una sorpresa. Si con estas no caen ya no sé cómo derribarlos – me dijo Julio mientras metía su lengua en mi boca y su mano dentro de mi pantalón.

Un intruso nos interrumpió haciendo que saliéramos del baño lo más rápido posible.

Conseguimos deshacernos de mi padre y su secretaria para quedarnos a solas con los coreanos. Una vez en la habitación Julio brindaba con KC por los futuros negocios mientras yo charlaba con Jiyu. Estaba casado con una mujer muy guapa y tenían tres hijas. No lo aparentaba, pero tenía ya 50 años. Se cuidaba mucho al parecer. Pude notarlo al tenerlo cerca como se le ceñía la camisa a su pecho. Estábamos tan a gusto cuando picaron a la puerta. Julio abrió y aparecieron dos travestis jóvenes. Con vestidos de lentejuelas, tacones y pelucas rubias. A medida que se iba acercando pude distinguir a uno de ellos. Era el camarero del polígono. Por mucho maquillaje que llevara no me pudo engañar, aunque tengo que reconocer que estaba espectacular. A su lado el que parecía su gemela. De la misma altura y con la misma cara de niñato vicioso. Ambos se pusieron al lado Julio.

- Señores que empiece la fiesta ¡! – dijo Julio mientras cogía de las manos a los travestis y les daba la vuelta para que todos pudiéramos ver los buenos culos que tenían.

- Sara y Lara están aquí para hacer todo lo que deseen - Julio levantó sus vestidos y dejó que viéramos un par de culos respingones embutidos en unos tangas de hilo muy fino.

- Plass…plass – Julio azotó sus nalgas y las niñas fueron en busca de sus presas.

Los coreanos sonrieron y empezaron a jugar. Jiyu metía mano a Sara la camarera, mientras KC ya le había bajado el vestido por arriba a Lara y le estaba comiendo las tetas.

- Qué fácil ha sido – le dije a Julio mientras le iba desabrochando la camisa.

- A estos ...