1. Hermanas


    Fecha: 18/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... apropiado, acariciándome la cara a una mano, mientras con la otra recuperaba las caricias en mi culo. Tenía una destreza casi mágica en todo lo que hacía en el cuerpo a cuerpo. Esta vez ya no me aparté a los tres segundos restantes, es más, le habría besado durante horas como en mis primeros rolletes de adolescente.
    
    Su boca pasó de mis labios a mi oreja, desde ahí bajó por mi cuello, cuando me mordió en el lóbulo ya no pude más y posé mis manos en su trasero, metiendo mis manos en los bolsillos posteriores de su refinadísimo jeans de marca. Su tacto era como si de un sueño se tratase, estiraba mis manos y las encogía para poseer el delicioso culo de aquel chico, cerrábamos los ojos mientras me besaba, mientras me mordía, mientras atraía su cuerpo hacia a mí y notaba el calor y el poderío que podía palpitar en su entrepierna.
    
    Él me apoyó de nuevo contra la pared, apretó su pelvis contra la mía, y lo noté, lo noté demasiado, su erección era brutal, y no sé por qué, pero como por acto reflejo alcé
    
    mi pierna rodeándolo tras su cintura facilitándole el roce de nuestras partes más íntimas. No sé cómo interpretó él mi gesto pero en el momento en que lo rodeé con mi pierna su boca abandonó mis labios. Se quedó frente a mí, desnudándome con la mirada pero sin hacerlo físicamente. Mi pecho parecía salirse de un momento a otro por mi escote debido a mi respiración, agitada, tensa, nerviosa.
    
    Yo lo miraba a él que a la vez me miraba a mi. La verdad es que tenía una cara más o menos resultona, algo aniñada pero a la vez morbosa, con una pequeña barba como de dos días y unos ojos más bien pequeños pero muy expresivos. Él pasó un dedo por mi cuello, después por mi barbilla y me besó sutilmente de nuevo. Esa mano descendía por mi cuello mientras la otra ascendía por mi cuerpo hasta encontrarse ambas sobre mis pechos. Sus dos manos abiertas de para en par cada una en su respectivo pecho. Luego me besó en la mejilla y me susurró al oído:
    
    - Estás muy buena Sandra, me gustas mucho- intentó provocarme mientras hacía pequeños círculitos con sus pulgares sobre la tela de mi vestidito, despertando una de las partes más sensible de mi cuerpo. Al hacerlo me mordió sutilmente el lóbulo de mi oreja, la verdad es que su movimiento había sido increíble. Me estaba llevando al límite. Estaba literalmente en sus manos. Permanecí callada, dejando que él hiciera lo que quisiera conmigo durante un buen rato.
    
    David tras amasar un par de veces mis pechos a su antojo, interrumpió el beso para
    
    mirarme a los ojos desafiante, contemplando como mis pechos subían y bajaban al ritmo de mi respiración facilitando las caricias de sus manos. Creo que pudo leer en mis ojos mis pensamientos, y deslizó su mano por debajo de mi falda, alcanzando de nuevo mis labios vaginales con la yema de alguno de sus dedos.
    
    - Uuhhmmm...-intenté contener aquel gemido que nunca debió salir de mi boca y que evidenciaba mi sumisión a sus deseos.
    
    - ¿Te gusta? –preguntó justo antes de volver ...
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