1. Escapada a la montaña con mi madre (XII)


    Fecha: 17/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Edipo14_, Fuente: CuentoRelatos

    ... sabes, un poco experimentar lo que tú hacías.
    
    -Pero mamá, tú sabes que en esas braguitas yo era donde...
    
    -Ahí vino el problema. Enseguida me di cuenta de que por unos de los lados había restos de semen, pero para mi sorpresa no me dio asco ninguno, de hecho todo lo contrario. Comencé a tocarme con más y más ganas, acabando entre chorros, los cuales nunca antes había soltado. Una vez acabé sentí algo que pocas veces me había sucedido. La calentura no bajaba, al contrario, aumentaba. Poco a poco me fui desprendiendo de mi ropa, quedando completamente desnuda sobre la cama de mi hijo, y tocándome una y otra vez. A día de hoy no recuerdo cuantos orgasmos llegué a tener, pero si sé que estuve más de una hora sin parar ni una sola vez. En cierto momento llegó el clímax de la cuestión. Me había corrido apenas hacía unos segundos, y admirando mis braguitas pude apreciar que por el interior también había restos de semen, pero este algo más fresco.
    
    -Si bueno, no todas las pajas eran de noche, la verdad es que algunas aprovechaba nada más levantarme. Ya te digo que por esa época era un no parar.
    
    -Pues ese no parar tuyo me hizo ir por un camino la mar de peligroso. Al ver ese semen tan fresco, una llamarada recorrió todo mi cuerpo y, bueno pasó lo que es obvio.
    
    -Me gustaría que me lo contaras -decía yo mientras iniciaba una lenta paja, lo cual animó a mi madre a tocarse ella también-.
    
    -Está bien. Bueno, como te digo en ese momento estaba totalmente fuera de mí, por lo que sin pensármelo dos veces saqué mi lengua, y la pasé de arriba a abajo, recogiendo toda la leche que pude. En cuanto ese rico sabor hizo contacto con mi boca un electrizante latigazo recorrió mi cuerpo de arriba a abajo, haciendo que me corriera entre espasmos, y tapando como pude mis gemidos con mi propia mano. Pero no me detuve ahí. Seguí tocándome, y tocándome, cada ve con más ganas. Metiéndome los dedos, pellizcándome los pezones –en ese momento mi madre comenzó a replicar las acciones narradas en la historia-, lamiendo cada resto de lefa de esas braguitas... La lefa de mi propio hijo... Me corrí una, dos, tres veces, todo en cuestión de minutos. Cada vez que pasaba mi lengua y sentía ese rico sabor... Nunca en mi vida había estado tan cachonda. Llegué a pensar cosas que a día de hoy parecerán tonterías, pero que en ese momento eran auténticas barbaridades. En cierto momento llegué a fantasear con la idea de probar tu lefa directamente, que en algún momento aparecieras por la puerta dispuesto a correrte en mi boca. En cuanto ese pensamiento se cruzó por mi mente me corrí de un manera totalmente descontrolada, gritando casi sin cortarme.
    
    En ese momento era yo el que no aguantaba más. Me puse de rodillas al lado de mi madre, y sin decir nada comencé a pajearme a la altura de boca, pero sin hacer que me la chupara. Ella entendió al momento lo que estaba haciendo, estaba recreando aquella fantasía que tuvo en su momento, por lo que sin pensárselo mucho, abrió bien la ...