1. Ideas con mi hijo.


    Fecha: 16/07/2019, Categorías: Incesto Infidelidad Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    Me llamo Carolina, tengo treinta y nueve años, soy delgada y rubia, pero mi color natural es castaño claro. Tengo ojos verdes y tez muy clara, mis senos siempre han sido grandes y como di a luz un niño, mis caderas se desarrollaron bastante, soy curvilínea. Mi esposo dice que me mantengo muy bien y él sabe cómo tratarme, por lo menos eso es lo que yo pensaba hasta cuando mi hijo llego a su pubescencia.
    
    Comencé a tener ideas con él, todas de carácter sexual. Deseaba a mi hijo y era mi secreto más recóndito. Tiene quince años y no se da cuenta de cuanto lo deseo. Se llama Luis, es mucho más alto que yo, tiene cabellos oscuros como su padre y obtuvo de mi el color de sus ojos y su piel clara como la leche. Estos deseos incestuosos se me declararon cuando descubrí que mi esposo me engañaba. No quiero a otro hombre, pero tengo que pagarle con la misma moneda pensé, en eso entró mi hijo a casa que venia de su partido de futbol, un poco chascón y sudado, mis bragas se comenzaron a mojar en ese preciso momento, supe que tenía que ser él.
    
    Un sábado que mi esposo me dijo que debía trabajar, cosa que no le creí. Me quedé sola en casa con mi hijo y decidí hacer algunos movimientos. Me fui a la cocina con mi negligé negro trasparente a preparar el desayuno para él y para mí. Bajo mi delgado camisón de noche, portaba solo una tanga minúscula. Mis senos bamboleaban libres de lado a lado mientras me movía por la cocina, en eso entró Luis y me sentí un poco defraudada cuando casi ni me miró, por un momento pensé que era muy joven y ciertos impulsos todavía no los tenía. Alegremente me saludó:
    
    —¡Hola, mamá! … ¿cómo estás? …
    
    —Bien … ¿Qué vas a desayunar, hijo? …
    
    —Mami … cualquier cosa tu hagas, será exquisita para mí …
    
    Sin decir nada más se sentó a la mesa frente al mostrador donde yo me encontraba a preparar algunos panecillos de jamón y queso derretido, más algunos dulces del día anterior. Cómo necesitaba sacar una bandeja, inconscientemente levanté mis manos para alcanzar el estante más alto, mis blancas nalgas quedaron expuestas a los ojos de mi niño, al parecer esta vez él reaccionó a la vista de mis posaderas desnudas, lo vi moverse irrequieto en su silla y sus mejillas se ruborizaron vistosamente, me acerqué hacia él haciendo que mis tetas se mecieran en mi pecho y sus ojos se abrieron sorpresivamente observando mis masas mamarias a centímetros de su rostro.
    
    —Ten, hijo … come todo lo que quieras … te amo …
    
    Le dije sirviéndole el desayuno, estaba silente, pero sus ojos no cejaban de mirar mis pezones que se habían endurecidos contundentemente sintiendo su insistente mirada.
    
    —Gracias, mami … yo también te amo …
    
    Finalmente respondió moviendo sus manos torpemente para acercar el tazón de café.
    
    —¿Tienes algo que hacer el día de hoy? … voy a necesitar algo de ayuda …
    
    Le dije sentándome frente a él con mi taza de aromático café caliente.
    
    —Bueno … teníamos que jugar un partido, pero con este aguacero … creo que tendremos que ...
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