1. Lluviosa tarde de trabajo


    Fecha: 16/07/2019, Categorías: Masturbación Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... mi silla tomé mi bolso, y de él saqué mi fiel amigo y confidente orgásmico; un consolador de veinticinco centímetros, color piel y textura realista, el cual, con toda alevosía había guardado esa misma mañana. Engreída, lo lamí un poco con exceso de pasión, como si alguien me estuviese juzgando por que le diera la más experta chupada, y enseguida lo acoplé con la succión de su copa, en el enorme vitral que daba a hacía los edificios colindantes de la bella ciudad, húmeda como yo.
    
    Me di media vuelta, y así como si estuviese esperando que alguien me cogiese por detrás, me arrimé hacía el pito artificial poniéndome en cuatro a media altura, restregándomelo entre mis nalgas, antes de apartar un poco mis bragas para juguetear con él, frotándomelo en mis labios calientes e inflamados.
    
    No me importaba que alguien pudiese verme, de hecho, lo quería, aunque era muy difícil que se pudiese percibir mi figura detrás del cristal empañado y, además con las luces apagadas. Aun así me gustaba imaginarme que algún afortunado burócrata estaría saliendo tarde en alguno de aquellos edificios, voltearía hacía mi oficina, y me vería ahí, empotrándome en mi consolador, restregando mis nalgas en el vidrio frío, hasta dibujar sobre él, la redondez de mi blanco trasero con el paño del agua condensada sobre él.
    
    Realmente lo estaba gozando mucho, aquel consolador se deslizaba con gran facilidad dentro de mi mojada conchita, mientras me balanceaba en un sensual vaivén con mis caderas, estampando mis nalgas en el ventanal, al tiempo que me restregaba mi clítoris fuertemente con mis dedos medios, como si tuviese límite de tiempo para hacerme venir.
    
    Estaba tan complacida que comencé a gemir un poco. Intentaba censurar mis labios, pero no era suficiente para evitar que me hiciera escuchar en toda la oficina.
    
    Pronto, el acuoso sonido del agua escurriendo en los vitrales del edificio, comenzaban a mezclarse con el chapoteo de mi lubricada vagina deslizándose sobre mi pene de plástico, al tiempo que me lo metía y sacaba del interior de mi cuerpo.
    
    Así seguí hasta que me cansé de menear las caderas en tan incómoda posición. Entonces, me saqué el consolador y lo desempotré del vidrio. Intenté colocarlo sobre el suelo solo para darme cuenta de mi estupidez, pues no había manera de aferrarlo a la alfombra, por lo que me decidí a colocarlo sobre la madera plastificada de mi escritorio, donde la succión del juguete lo afianzaría firmemente para poderme penetrar a gusto.
    
    Sin embargo, el escritorio estaba muy alto, por lo que me tuve que subir por completo sobre él, intentando no resbalar al posar mis zapatos de tacón en la resbaladiza superficie. Me sentía como una loca trepada ahí arriba, hasta que me acomodé en cuclillas para ensártame el falso pene nuevamente, entonces no pude pensar en otra cosa más que en mi propio placer.
    
    Mi corazón bombeaba fuertemente; por un lado, estaba realmente excitada como nunca, mientras me complacía metiéndome mi consolador una y otra ...
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