1. Lluviosa tarde de trabajo


    Fecha: 16/07/2019, Categorías: Masturbación Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... huida del todo, pese a estar en medio de una de las ciudades más concurridas del mundo, estaba extrañamente sola y en paz.
    
    Nunca antes me había sentido tan tranquila y relajada, era como si el tiempo me perteneciera, mientras deambulaba en mi oficina. Podría ponerme más cómoda, pero no, nunca mis preciosos zapatos de tacón alto. En cambio, me llevé mis manos por detrás de mi cadera para desabotonar mi falda y enseguida hacer deslizar la cremallera, liberando a mis piernas de su prisionera tela al dejarla caer al suelo alfombrado de color gris frío, frío como la mismísima noche que iluminaba mis hermosas zapatillas pateando mi falda hacía un rincón.
    
    Con toda tranquilidad me senté nuevamente en la esquina de mi escritorio, esta vez podía sentir la helada madera plastificada en la piel desnuda de mis piernas y la de mis nalgas, que mi lencería no alcanzaba a proteger. Como mis pies quedaban volando, me permitía juguetear con ellos mientras separaba poco a poco mis muslos, abriéndome de piernas frente a aquella luna como única confidente.
    
    Suspiré, y me dejé abrazar por las carisias de mis manos que lentamente recorrían la piel desnuda de mis pechos, cintura y piernas, acariciándome sobre la estorbosa e incómoda lencería de encajes lastimando la delicada piel de mis zonas íntimas, donde llegaban mis delgados dedos esmaltados de color rojo.
    
    A penas rosé sutilmente por encima de mis bragas, y mi cuerpo se estremeció en un poderoso escalofrío que me recorría cada centímetro de mi ser, erizándome la piel expuesta ante la helada noche.
    
    No perdí tiempo y de inmediato comencé a hacer círculos sobre mi pubis, estimulando mis labios mayores sobre mis húmedas bragas trasparentes, cuya delgada tela me permitía sentir toda esa humedad restregándose en la sensible piel de la parte más íntima de mi cuerpo.
    
    Aunque no tenía ninguna prisa, tampoco podía seguir postergándolo demasiado, estaba realmente caliente, sabía que tendría un gran orgasmo y lo gozaría como nunca. Mi respiración comenzaba a agitarse, sentía cómo mis pechos se inflamaban poco a poco, al paso de mis manos acariciando mi piel, comenzaba a perderme en mis caricias, pero en ese momento cesó la lluvia.
    
    Aquel diluvio que ensordecía mi oficina, ahora era una ligera llovizna que acompañaba con pequeños golpecillos en aquel vitral, por lo que no pude evitar sentirme un poco nerviosa. Era como si de alguna forma, la tormenta me estuviese protegiendo de la realidad y ahora me hubiese abandonado.
    
    Me puse de pie nuevamente, aunque la atmosfera había cambiado un poco, no había nada que me inquietara, ni siquiera en casa me había sentido con tanta confianza. Inclusive me atreví a asomarme al pasillo, posándome orgullosa frente al cristal que limitaba mi oficina, al tiempo que me desabrochaba mi sostén para quitármelo con toda naturalidad. Enseguida, regresé a mi escritorio caminando con extrema sensualidad sobre mis tacones altos, mis pantimedias a medio muslo y mis mojadas bragas.
    
    De ...
«1234...»