1. Lluviosa tarde de trabajo


    Fecha: 16/07/2019, Categorías: Masturbación Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... oficina cubriéndola bajo la oscuridad de la noche, y regresé a mi silla para tomar mi bolso, pero desvíe camino. En cambio, caminé lentamente en las penumbras hacía el vitral que daba a la calle, iluminándome únicamente por la luz de la luna y los relámpagos que destellaban de tanto en tanto, encantada con las gotas estampándose con enfado, desintegrándose y deslizándose con melancolía sobre el vidrio que comenzaba a empañarse debido a las temperaturas disímiles.
    
    Algo en el ambiente me cautivaba, era aquella atmosfera húmeda y fría, ese silencio desolado opacado con el torrente ensordecedor golpeando la edificación. Era esa apacible tranquilidad, pero también era la extraña privacidad hogareña que surge naturalmente después de pasar un largo tiempo en el mismo lugar, como la que surgía ahí mismo, tras una larga jornada de trabajo.
    
    Quizá se debía a la fatiga acumulada que me hacía alucinar, pero en ese momento me sentía en casa, ya no había trabajo por hacer, tan solo estaba yo y la furiosa tormenta de cómplice. Una extraña comodidad me acompañaba mientras me aligeraba un poco desabonándome un par de botones de la blusa, y luego un par más, no había diferencia, nadie se enteraría lo que ahí hacía.
    
    Ahora, escondida en las sombras de mi oficina, los cristales empañados reflejaban mi silueta como si fuesen un espejo, debelando la redondez de mis pechos estrujados cruelmente por mi sostén de elegantes encajes, asomándose tímidamente por mi blusa abierta de par en par, mientras lentamente me terminaba de despojar de la blusa, para doblarla con tranquilidad y ponerla sobre mi escritorio.
    
    Sabía que del otro lado la física reflectante de los vidrios sucedería a la inversa, pero no me importaba, en parte porque nadie podría verme, pero en realidad simplemente no me importaba porque era mi lugar y mi momento.
    
    No sé porque lo hacía, pero me gustaba aquella complicidad y el exhibicionismo que me provocaba sexualmente, al hacerlo en mi lugar de trabajo, en donde la pasaba la mayor parte del día. Aunque sabía que dentro del edificio nadie me encontraría, no podía fingir esa excitante sensación de ser atrapada en cualquier momento, o quizá alguien podría estarme espiando desde los edificios contiguos, y me gustaba mucho.
    
    Miré hacía el oscuro pasillo, donde los cubículos vacíos de mis compañeros aguardaban pacientemente para otro día de arduo trabajo, cuando regresarían aquellos sonidos de impresoras, teclados y el murmullo de los ejecutivos. Pero ahora, solo se escuchaba la lluvia acompañada de los atroces relámpagos en la noche.
    
    Al fondo del piso, se lograba percibir la luz de la oficina de mi jefe, y a la izquierda, oculta en la perspectiva, podía ver las sombras de mi compañero dentro de su oficia fundiéndose con la oscuridad de la noche.
    
    No podía fingirlo, ni omitirlo. Estaba sola. Como aquellas tardes de soledad en casa, aún mejor, sin familia que molestara, ni vecinos ruidosos o pleitos callejeros. Se sentía como un escape, una ...
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