Relatos cortos 5-Un despertar sin ti - Relatos Eróticos

Relatos cortos 5-Un despertar sin ti

Esforzarse, buscar, encontrar y no ceder.

Alfred Lord Tennyson

Aunque no podía abrir mis ojos sentía un profundo silencio a mi alrededor, un silencio que era acompañado por una oscuridad y soledad que abrumaba mis sentidos. No sé qué estaba haciendo allí, ni porque me costaba abrir mis ojos, pero me preguntaba si había muerto o me encontraba en ese lugar donde se supone que el alma está a la deriva mientras encuentra su camino al más allá. Me sentía tan confundida, pero al mismo tiempo, tan triste, que un dolor atravesó mi pecho y me llevo a cuestionar del porque me encontraba sola en un lugar incierto y desconocido. Sin embargo, cuando estuve por dejarme llevar por esa inexplicable sensación de tranquilidad y dolor, una serie de imágenes vinieron a mí.

Eran recuerdos de mi infancia y parte de mi adolescencia, mientras otros eran como una especie de sueños que me transmitían una emoción gratificante, pero al mismo tiempo, desconocía. Entre un rostro y otro, me quedé inmersa en unos ojos miel, unos ojos vivarachos que estaban rodeados de grandes y largas pestaña, pero lo que más me llamo la atención, fue aquella melena color borgoña con sus ondulaciones. Una parte de mí me decía que ese rostro me resultaba familia, pero la otra parte, no recordaba en donde había conocido a esa mujer.

Una mujer que me miraba con cariño, con dulzura y una pisca de lujuria que desbordaba mis sentidos. No sé por cuanto tiempo estuve inmersa en aquel rostro ovalado, integrándome en las actividades que hacíamos juntas y cuando aquella preciosa mujer me besó, recordé todo. Recordé nuestras salidas, nuestro noviazgo, nuestros encuentros íntimos, nuestra boda, pero, sobre todo, recordé aquel viaje en carretera que tuvimos la noche anterior y de como un auto nos embistió por un costado. Aquella carga sobre sensorial me llevo a experimentar un dolor punzante en mi costado derecho, un dolor que se irradio por mi brazo y parte de mi cuerpo, un dolor que me llevo a caer en cuenta de que estaba viva. Sin poder evitarlo, me sobresalté y mis ojos se abrieron, pero la luz que había alrededor me cegó y me llevo de inmediato a cerrarlos de nuevo.

—¡Al fin, despertaste! —escuché una voz profunda y cariñosa.

—¿En dónde me encuentro? —pregunté débilmente, mientras mis ojos se acostumbraban a la luz.

—Estas en un hospital, Noha—acarició mi rostro—¿Te duele algo? —investigó.

Mi madre podía ser muy sobreprotectora y más cuando me veía enferma. Sin embargo, no tenía idea de cómo había llegado allí, si vivía en Europa o como es que se enteró de nuestro accidente, ¡Por Dios nuestro accidente!

—¿Dónde está Ayra?, ¿Sobrevivió? —pregunté, al recordar que ella había hecho una maniobra para estabilizar el auto y que no volcáramos.

—Noha, no te alteres o te vas a lastimar —escuché a mi padre, quien se mostraba muy preocupado.

Y fue allí donde caí en cuenta de aquel dolor lacerante que viajaba por todo mi cuerpo, pero especialmente, en mi lado derecho. Un dolor que ...