El tormento de Elsa -36- - Relatos Eróticos

El tormento de Elsa -36-

... dorado y rizado.

-Igual te gusta más depilado, como Silvia… A ella le encantó. Y me dió un placer tremendo. ¿Lo harás tú igual de bien?

-Me encantan los coños. - dijo Elsa mirando el de la profesora, pasándose la lengua por entre los labios, excitada por probar un coño nuevo.

-Silvia me lamió los pies antes… también los llevé sucios. Me gusta que estén sucios cuando una zorra va a estar conmigo, me gusta sentir su lengua lamiendo mis plantas dejándolas limpias, suaves, blancas. A veces me tiró un día entero andando descalza, buscando hasta suciedad, para que la zorra de turno lo pase mal al lamerlos, le den arcadas, tenga ganas de vomitar porque si lo hace, el castigo será terrible. Así que venga. - dijo poniendo su pie derecho en la cara de Elsa. - Lame… y lame bien, entre los dedos y todos, hazlo mejor que Silvia si te crees capaz, y te prometo, que la próxima vez no te azotaré.

Y cogiendo el pie de la mujer, Elsa se lo llevó a la cara y sonriendo, empezó a lamerlo despacio, desde el talón a la punta, poniendo énfasis en donde empezaban los dedos, pasando la lengua despacio por debajo de todos varias veces antes de volver a ir del talón a la punta siguiendo así con ritmo suave y pausado, notando como se excitaba, lamiendo, punta a arriba, punta a arriba, punta a arriba mientras Anna Parker, repetía el juego del otro pie en la boca del coño de Elsa, al igual que con Silvia, pero entrando mejor, pues Elsa, ya había sido usada aún cosida por sus compañeros de clase. Gimiendo, excitada, la niña siguió lamiendo presa del éxtasis sin poder contener el placer que manaba ya de su interior al pie de la mujer, el cual cogia y usaba para pasarselo ella misma por toda su raja, por su ano roto, metiendo la punta todo lo que podía en sus agujeros, gimiendo, gozando, deseando que el pie entrara del todo, metiendolo en el coño hasta notar los puntos estirarse tanto que la hizo gritar de dolor, pero sin dejar de lamer el otro pie ante la mirada de placer sádico de Anna Parker que dejaba hacer a la chiquilla mientras notaba su coño humedecerse deseoso de esa hábil lengua que lamía sus pies ávida y lujuriosa.

Media hora después, con la cara encerrada entre las piernas de Anna Parker, sintiendo los pies de la mujer jugar en su coño, donde habían saltado algunos puntos de tanta presión y tanta inserción, Elsa, agarrada a esas firmes piernas, notaba un torrente de placer llenarle la boca con la misma intensidad que si hubiera sido la corrida de su padre, tragando y saboreando el nectar de Anna Parker mientras ambas gemían. Temblando, notando como el suelo en el que estaba de rodillas estaba encharcado de su placer, Elsa se apartó despacio de ese delicioso coño relamiéndose.

-Más…. quiero más, por favor…. necesito más….

-Eso está hecho zorrita… túmbate en el suelo.

Obediente, sumisa, gozando, ávida de deseo, admirando el cuerpo desnudo de la mujer, Elsa, tumbada, contempló a Anna Parker ponerse de pie. La mujer golpeó con sus pies los de la ...