El tormento de Elsa -36- - Relatos Eróticos

El tormento de Elsa -36-

... los había vuelto a guardar y, despidiéndose con un beso en la boca, metiendo su lengua dentro de la boca de su hija, Javier salió sonriendo pensando en lo divertida que sería la jornada de hoy para su hija.

Esa mañana, mientras Elsa se aseaba, y tras haber hablado con Héctor, Javier había hablado con Luis y Puri de lo sucedido ayer con Anna, incluso de lo sucedido después, con Puri. Excitado, deseó poder ver lo que le aguardaba hoy a su hija con la profesora de inglés, y deseaba ya que ambas estuvieran sanas del todo para poder dejarles un fin de semana en manos de esa mujer.

-Pero antes… antes serían de Héctor.

Y eso sí que sería de diez, porque él y Luis, incluso Puri, estarían presentes, y esa misma noche, en la casa de la peculiar pareja, hablarían de Hector y sus planes.

Entró en el aula la primera y se sentó en su pupitre. Varias compañeras entraron después, pero nadie le dijo nada. Elsa no había hecho amigas, tan solo Silvia, y ahora se arrepentía. Tal vez, de haber hecho alguna amiga más, podría haber contado lo que la pasa, lo que les pasa a ella y Silvia, y ahora serían libres, pero ahora ya es tarde, tiene miedo, y no le gustaría meter en problemas a otra chica, estaba segura de que su padre conseguiría que la pobre desgraciada a la que le dijera algo fuera una más de sus putas, como eran ella y Silvia.

Los chicos fueron entrando, a medida que la veían, la sonreian, alguno la acariciaba al pasar y ella se tensaba, VIctor volvió a agacharse junto a ella y de nuevo acarició su muslo, subiendo lo justo hasta dentro de la falda pero sin llegar a tocar su coño.

-Me han dicho que hoy no podrá ser… al parecer en el recreo te tienen preparada una sorpresa… Eso si, me aseguran, que mañana, podremos volver a estar juntos en el baño.

Y dándola un beso en la mejilla, se fue a su pupitre. Elsa, aguantando las lágrimas, agradeció que en el recreo no tuviese que volver a ir al baño con más compañeros, pero también, aterrada, se preguntaba qué seria esa sorpresa.

Estaba tan absorta que no se dió cuenta de la entrada de doña Anna en la clase hasta que esta estuvo encima de la tarima y sonó un golpe seco. Elsa, asustada miró. Sorprendida, vió a la mujer de pie, junto a la mesa, descalza, con los tacones encima de la mesa. Ese había sido el golpe.

-Buenos días clase… no estoy de humor, vengo andando descalza desde que cogí el metro en mi casa. El maldito tacón se me ha roto.

Elsa se fijó, no llevaba ni medias, sus musculosas y torneadas piernas estaban desnudas. Sin saber porque, Elsa, sintió excitación. Aquella mujer era imponente.

-Bien… empecemos la clase de hoy.

Cuando llegó la hora del recreo, Elsa se quedó sola en el aula con el director, con quien acababa de tener la clase. Este, sonriendo al estar completamente solos, fue hasta el pupitre de la chiquilla y le acarició la cara.

-Hola preciosa… Venga, levanta y acompáñame al despacho.

Elsa gimió.

-¿Que va a hacerme?

-Oh… yo nada.Tengo una sorpresa ...