El tormento de Elsa -36- - Relatos Eróticos

El tormento de Elsa -36-

... tras secarse bien, y después de aplicarse la pomada en su culo, la parte más castigada de su cuerpo, desnuda, como le había ordenado su padre ayer, bajó al salón.

Javier sonrió al ver entrar a Elsa desnuda. Su mirada se posó en su pubis y sonrió.

-Precioso. Ven, siéntate a desayunar. Tu ropa está en el sofá del salón, póntela antes de irte.

Elsa se quedó de pie. Miró fijamente a su padre y luego a sus pies, aun le dolían, pero mucho menos, como el resto de su cuerpo. La pomada y los calmantes iban surtiendo efecto.

-Esta tarde, si hoy eres buena, podrás ir a ver a Silvia después de tus clases de recuperación.

Elsa abrió mucho los ojos sonriendo dió las gracias a su padre.

-Seré buena… lo prometo… ¿Quieres que te la chupe ahora de nuevo? - dijo convencida.

El padre de Elsa se levantó sonriendo, fue tras su hija y la abrazó por detrás, empezando a acariciar su entrepierna, haciendo salir el clítoris hábilmente, y pellizcandolo varias veces. Elsa se tensó, encogió los deditos de los pies en ese gesto tan suyo, y noto otra mano de su padre pellizcar lo teta derecha y el pezón de esta, llevando ella misma una de sus manos a su otra teta e imitando a su padre, que sonreía complacido mientras jugaba ahora a meter y sacar los dedos dentro del coño de su hija. Igual que anoche, Javier estaba gozando de este momento, y Elsa, por lo visto, también.

-Hoy te aguarda una sorpresa especial en el colegio, putita guapa. Verás que bien te lo vas a pasar.

Y Elsa, llorando excitada, muerta de miedo por no saber qué sería esa sorpresa, chilló de placer corriéndose profusamente, tanto, que casi parecía haberse orinado encima.

Sentada en el metro, con la piernas bien cerradas, Elsa no podía pensar en las palabras de su padre. ¿Qué sería esa sorpresa especial?

Había tratado de coger un tren distinto al de ayer, para evitar encontrarse con algún compañero, pero había sido imposible, y varios, alguno sentado frente a ella, la miraban lujuriosos, incluso de otras clases. Aguantando las lágrimas, se preguntó cuántas personas tendrían en su poder aquellas fotos que le hicieron.

Hoy, de nuevo, sabía que mamaría pollas. Ya le habían dicho que en lso recreos sería de sus compañeros, así que hoy, de nuevo, tendría que ir al baño de chicas.

Mirando al suelo, a sus pies, donde jugaba a descalzarse los mocasines, Elsa notaba aun sus muslos pringosos de su corrida. Su padre no la había dejado lavarse, y hoy llevaba solo medias hasta las rodillas, pero si la había obligado a lamer su propio placer del suelo y después hacerle una mamada, como ella le había dicho, sintiéndose excitada en todo momento. Tenía ganas de llorar por todo ello.Empezaba a gozar aun sin quererlo de cada cosa que le pasaba,por terrible que fuera.

Antes de irse, su padre le había dado una nueva opción, llevar los mocasines de castigo a cambio de no mamar pollas, pero prefería tragar semen, ser un urinario, a sentir una sola vez más esas púas en sus piececitos. Sonriente, ...